Concluyo mis comentarios sobre el tema de las dos entradas anteriores, «Cómo regenerar la vida política«. Como decía al final de mi entrada anterior, la regeneración de la política no vendrá de desarrollos técnicos y científicos, que son necesarios, sino de la ética, porque esta es la que da confianza en los que la elaboran, la proponen, la aprueban, la aplican y la juzgan –o sea, una confianza creada en el conjunto de la sociedad, pero, sobre todo, en los que son los protagonistas directos de la acción política. Esa confianza tiene, al menos, dos dimensiones: una, técnica: se confía en la persona que sabe y puede hacer algo; otra, ética: se confía en la persona que demuestra ser capaz de cumplir con su deber, poniendo los intereses legítimos de quien proceda (los ciudadanos, en el caso de la política) por delante de los suyos, o de los de su entorno familiar, de su partido, etc. El buen gobernante, administrador, experto, legislador o juez debe tener la competencia necesaria para su cargo, pero, sobre todo, debe tener las condiciones morales para merecer la confianza de sus ciudadanos.
Y, ¿qué podemos hacer los ciudadanos para contribuir a la regeneración de la política? Primero, cumplir con nuestros deberes como personas y como ciudadanos, para luego poder exigir a los políticos: denunciar a un gobernante corrupto y, al mismo tiempo, aceptar una factura sin IVA es una forma de deteriorar la política. Descubramos nuestra posible colaboración en lo que no nos gusta, y aceptémosla. Porque el bien común, el bien de todos, lo construímos todos.
Y segundo, pidamos a nuestros representantes y gobernantes que expliquen sus propuestas y decisiones con criterios éticos: prioridad a las personas, planteamientos amplios, sentido de bien común, etc. Nuestras intervenciones en redes sociales, por ejemplo, pueden servir para dar criterio a otras personas. Y empecemos por nuestro entorno próximo: si la sociedad está crispada, procuremos sembrar paz y alegría en nuestra familia, nuestro barrio, la empresa en la que trabajamos y los amigos con los que nos relacionamos.
Muy interesante esta serie de artículos. Estoy especialmente de acuerdo en que para exigir a terceros un comportamiento ético, hemos de actuar nosotros de forma ética. Y esto es aplicable al mundo político. La sociedad civil debería hacer su «examen de conciencia», su «propósito de la enmienda» y variar su actuación de acuerdo a las normas éticas, para poder exigirla a los políticos. Como señalas, es imposible regenerar el mundo político si la sociedad convive con la corrupción, incluso forma parte de ella, sin preocuparse de cambiarlo. Mientras no luchemos todos contra el fraude de ley, contra el engaño, la mentira; mientras nos olvidemos del bien común, luchando solo por nuestro propio beneficio, permitiéndonos todas la armas para luchar contra los que no piensan como nosotros, vamos mal…
Creo que es muy dificil que recuperemos la confianza en nuestros gobernantes. Yo personalmente tengo serias dudas sobre este tema ya que no puedes tener confianza si estas viendo que las instancias en las que puedes denunciar no actuan de manera correcta, ¿donde denunciar? ¿como hacerlo? y sobre todo ¿habrá alguna consecuencia? A mi parecer, la consecuencia puede ir hacia ti, ya que por denunciar puedes tener problemas tú. Es una vergüenza todo, y para conseguir esta tan ansiada paz que tu mencionas que se deberia recuperar, nos falta muchísimo… Nuestros gobernantes han sido capaces de enemistar familias y todo… que pena me da de verdad. Un saludo.