En pocos días han caído en mis manos dos papers sobre el origen de las ideas liberales en economía: uno, defendiendo que la Escuela de Salamanca es la precursora del pensamiento de Adam Smith, Locke y los demás liberales clásicos, lo mismo que de la Escuela Austríaca. Y otro, en sentido contrario: líbrenos Dios de llegar a crear que una ideología perversa y anticristiana como es el liberalismo -dice el autor del trabajo- se pueda atribuir a unos honrados y santos teólogos de Salamanca y otras universidades serias. Y, claro, me han venido ganas de entrar en la polémica.
Pero no para dar la razón a unos o a otros, sino para aclarar algo que, me parece, conviene tener en cuenta. Detrás de toda idea política, económica o social hay una antropología, una concepción de la persona humana y de la sociedad en la ella que vive. Detrás de toda religión hay también una concepción de la persona humana; en el caso del cristianismo, la persona es un ser creado por Dios a su imagen y semejanza, compuesto de alma y cuerpo, con libertad pero no absoluta (no puede hacer lo que le dé la gana, o mejor, si lo hace, debe atenerse a las consecuencias: por ejemplo, si salta por la ventana de un séptimo piso), con racionalidad (pero limitada)… (bueno, quizás alguna religión no tiene bien definido su fundamento antropológico, pero eso no nos interesa aquí). Es lógico que haya «filtraciones» entre antropología humana y antropología religiosa, porque ambas coinciden en la explicación del sujeto, el ser humano. Y diferencias, claro: una antropología puramente filosófica no dirá, probablemente, que el ser humano ha sido creado por Dios, pero tampoco lo negará; del mismo modo, a la hora de explicar las debilidades y errores de los humanos, la religión puede aludir a una caída original, y la filosofía las atribuirá al carácter limitado de su razón y su voluntad.
Claro que la interpretación de aquellas antropologías irá cambiando a lo largo del tiempo, con las circunstancias, con los desarrollos teológicos, de un lado, y los de las ciencias sociales y humanas, de otro. En una sociedad muy jerarquizada, con un claro sentido religioso, como la de la Edad Media, la interpretación práctica de la antropología pone énfasis en algunos aspectos; cuando las ciencias prestan más atención al hombre, la sociedad se abre, el mundo se hace más grande, la tecnología prospera… lógicamente se ven las cosas de otra manera. De todos modos, me parece que conviene no confundir ámbitos. Una antropología liberal puede tener muchos puntos en común con otra cristiana, pero se mueven en ámbitos distintos, al menos en lo que se refiere a la apertura a la trascendencia. Y por ello, es posible que las conclusiones las que llegan Adam Smith, Locke y Hayek no coincidan con las de algunos pensadores cristianos. Pero esto no nos debe llevar a negar toda relación entre el pensamiento liberal y la doctrina social católica, porque, volviendo a lo dicho al principio, ambos coinciden en buena parte de la antropología subyacente (no en toda, ya lo he dicho, al menos cuando aparece la dimensión sobrenatural).
Muchas gracias profesor, lo leo y lo sigo yendo a visitar la coruña cuando me topé con este artículo y realmente está de maravilla. Como dice el compañero de arriba, al cesar lo que es del cesar…
Al César lo que es del César. Lo que no obsta para que el César también sea hijo de Dios…