Sí, claro. Tener más información es bueno. ¿O no? Los medios y las webs nos dan muchísima información: esto debe ser bueno. Claro que a veces no sabemos qué hacer con tanta información. Tampoco estamos seguros de su veracidad. Incluso si es veraz, no estamos seguros de que sea toda la verdad. De modo que, cuando leí unos cuantos comentarios sobre la Ley 11/2018 de Información No Financiera, me paré a pensar un poco.
Los comentarios son, casi unánimemente, muy positivos. ¡Ya era hora! Ahora sabremos, por fin, qué hacen las empresas. Siempre, claro está, que la información sea veraz. Pero eso lo exige la ley. Y estará contrastado -y para eso la ley también da garantías. O sea, que, ¡bien por la ley!
Pero yo no dejaba de recordar lo que oí a dos investigadores de una escuela de dirección, hace años, en un congreso en Francia (ya lo he contado otras veces, pido perdón al lector por la repetición). Contaban el maravilloso funcionamiento de la Responsabilidad Social en una entidad financiera, y explicaban que, cuando preguntaban a sus directivos si las memorias de la entidad les servían para enterarse de lo que les interesaba, la respuesta era: No; eso son ejercicios de relaciones públicas. Y yo, claro, me preguntaba: ¿ayudará la nueva Ley a una toma de decisiones más eficiente y responsable dentro de las empresas? Si debemos hacer caso a los investigadores mencionados, la respuesta es: no, al menos no necesariamente.
Los comentaristas mencionados al principio añaden otra dimensión importante: los nuevos informes ayudarán a los stakeholders a un menor conocimiento de la entidad, y a una mejor toma de decisiones respecto de ella. De nuevo, tengo mis dudas. Porque la empresa no tiene por qué preocuparse de que los stakeholders (los sindicatos, por ejemplo, o los vecinos de la localidad donde tiene su fábrica) tengan la información que ellos necesitan, sino la que la empresa quiere que tengan, o incluso, suponiendo buena voluntad por parte de todos, la información que la empresa cree que ellos necesitan. Porque también es probable que los stakeholders no sepan qué información les gustaría tener, o no sean conscientes de ella.
Bueno, Antonio: ¿a dónde quieres ir? Primero, a que las memorias que la nueva Ley prevé seguirán siendo un ejercicio de relaciones públicas, a menos que… la empresa se tome en serio, muy en serio, su responsabilidad social, y su diálogo con los stakeholders (y no solo el cumplimiento de la Ley). Diálogo significa preguntar y responder, de un lado y de otro; saber qué necesita el otro, por qué lo pide, qué le puedo dar yo, qué no le puedo dar…
Segundo, a que las empresas que, de verdad, sean responsables, sabrán complementar las memorias con otros instrumentos, o desmenuzarlas adecuadamente. Por ejemplo: diga lo que diga el informe integrado, ¿qué tengo que contar a mis empleados? ¿De qué quieren hablar? ¿Qué les interesa? O sea: tendrán que hacer un esfuerzo de personalización, de poner «cara y nombre» a cada página del informe. O, mejor, que, además del informe general, hecho para cumplir la ley, para ganar puntos en la opinión pública y para recibir el aplauso de los expertos, tendrán que bajar a la realidad de todos y cada uno de sus stakeholders.
Bueno, pero, ¿cuál es tu valoración final? Pues que… ¡vivan los nuevos informes! Primero, porque creo en el poder educador de las leyes, del que hablaba Aristóteles. Hagamos el informe, a la fuerza, porque nos lo exigen: porque quizás alguien en la empresa se lo leerá algún día, y habrá algo que le llamará la atención, y preguntará qué significan aquellos números, y detectará que estamos haciendo algo mal… y ese día el informe habrá pasado a la categoría de «útil» (y debo reconocer que hay muchas empresas en que esto se cumple ya: y espero que sean muchas más, dentro de un tiempo).
Y hay una segunda razón, un tanto espúrea. Con tantos datos de tantas empresas, ¡cuántas tesis doctorales veremos publicadas dentro de unos pocos años! Sospecho que muchas de ellas aportarán poco a la ciencia de la responsabilidad social. Pero los futuros doctores estarán siempre agradecidos a la Ley.
Muchas veces tener tanta información no es buena, aún así buen artículo Don Antonio.
Veo gran valor en el ejercicio de recopilación de datos, tanto dentro como fuera de la empresa. Hagámoslo bien y ganaremos opiniones valiosas, nuevas relaciones e incluso nuevos amigos!