Me hicieron notar hace unos días que no hablo de la Responsabilidad Social de la Universidad (RSU). Es verdad. Empiezo ahora a corregir esa deficiencia. Mi punto de partida será, como otras veces, una variante de la definición de Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) que dio la Comunidad Europea hace unos cuantos años: «su responsabilidad por los impactos de la universidad sobre la sociedad».
Lo primero que hay que hacer es precisar qué es aquí «la sociedad». Siguiendo con el símil de la empresa, hay una misión externa de la universidad que será qué necesidades de qué «clientes» trata de atender (y utilizo el término clientes en sentido amplio, claro). Los primeros, lógicamente, son los alumnos. Pero hay otros: los antiguos alumnos, que siguen conectados, de algún modo, con su universidad; las familias; los que el día de mañana recibirán a esos alumnos como empleados o directivos; los medios de comunicación; las comunidades científicas, que reciben los influjos de la docencia y la investigación universitarias… los jubilados, que vienen a sus cursos para tercera edad; los que visitan el museo de la universidad, los que asisten a sus conciertos o pasean por sus jardines…
Y hay una misión interna de la universidad, que consiste en satisfacer las necesidades de aquellas personas que, desde dentro de la institución, cuidan de sacar adelante su misión externa: los profesores, primero; las autoridades académicas; sus órganos rectores (a menudo con presencia de la sociedad civil o de autoridades políticas); su personal administrativo, directivo y de servicios; los que prestan servicios a la universidad desde empresas externas… Y los alumnos, claro, porque lo que se hace en la universidad es «fabricar» conocimientos mediante la interrelación entre profesores y alumnos, más los investigadores, más los auxiliares…
¿De qué es responsable la universidad? De sus impactos en todos esos, de dentro y de fuera. Pero hay que definir claramente esos impactos, porque en el caso de un fabricante de zapatos, su responsabilidad con el cliente es ofrecerle un producto bueno, bonito y a un precio conveniente, mientras que la de la universidad con sus alumnos es… formarles, en el sentido integral de la palabra, que incluye conocimientos, capacidades, habilidades, disposiciones, actitudes, valores, virtudes… El fabricante de zapatos no tiene que preocuparse por si el cliente que los lleva es un sinvergüenza o un mentiroso, pero la universidad sí tiene que preocuparse de eso en sus alumnos.
Bueno, seguiré otro día; no he hecho más que arañar suavemente la superficie del tema…
Muy interesante el artículo, esperando con ansias la segunda entrega, me tocan muy profundamente a nivel personal estos temas, ya que a pesar de estar licenciada y tener dos masters, tengo que seguir pidiendo cita previa en el inem, es dificil encontrar trabajo con tan buen currículum. Un saludo.
Siempre se ha tenido en poca consideración la parte social del rectorado, por lo que es un punto de vista muy interesante a analizar, de cara a ser mas humanos. Un saludo.