En la entrada anterior empecé a comentar los principios que rigen la ética de las tecnologías digitales. Mencioné el de centralidad de la persona y el de seguridad y confort. Ahora presentaré el cuarto: el de privacidad, que ya apareció en la primera entrada de esta serie.
Hay ya muchas publicaciones sobre el tema, especialmente por la utilización de los big data para conocer los perfiles de los consumidores y predecir su conducta, con el consiguiente riesgo de violación de la privacidad de los usuarios, cuyas informaciones pueden ser generadas, transferidas y analizadas sin su conocimiento ni aprobación. El problema se amplía con la posibilidad de recopilación, almacenamiento y uso de informaciones sobre su salud, sus preferencias, decisiones y contactos (lo que, por tanto, implica también a otras personas), la monitorización de las redes sociales con fines relacionados con la seguridad, etc., que puede degenerar en prácticas censurables, como la elaboración de perfiles, seguimiento, discriminación, exclusión, vigilancia gubernamental y pérdida de control (el «gran hermano», por ejemplo).
Otro bloque de principios éticos es el de justicia, imparcialidad y transparencia. La tecnología digital consiste sobre todo en el manejo de información, que se supone que consiste en datos significativos, verídicos, comprensibles, accesibles y útiles. Pero a menudo esas condiciones no se cumplen, porque esa información es el resultado de procesos de recogida, almacenamiento y elaboración (interpretación, correlación, deducción, inferencia…), que presentan problemas que son técnicos, pero también éticos.
La sensación de imparcialidad que las tecnologías digitales crean puede ser ilusoria. Cuando intervienen en las relaciones entre personas pueden iniciar o prolongar situaciones de injusticia que quizás están ocultas en los algoritmos y programas. Esto puede ocurrir incluso aunque el programa no se haya diseñado con el propósito de discriminar contra determinados colectivos; basta que se base en datos en los que los factores de discriminación hayan estado presentes, aunque probablemente ocultos. Por ejemplo, un programa que decide sobre la probabilidad de que un cliente devuelva o no un crédito puede estar sesgado respecto de la edad o la raza, si estas variables están correlacionadas con la probabilidad de no devolver un crédito en el pasado.
“Los algoritmos inevitablemente toman decisiones sesgadas. El diseño y la funcionalidad de un algoritmo reflejan los valores de su diseñador y los usos previstos, aunque solo sea en la medida en que se prefiera un diseño en particular como la mejor opción o la más eficiente. El desarrollo no es un camino neutral y lineal; no hay una opción objetivamente correcta en ninguna etapa del desarrollo, sino muchas opciones posibles. Como resultado, los valores del autor del algoritmo, intencionalmente o no, se congelan en el código, institucionalizando efectivamente esos valores’” (Mittelstadt et al. 2016, 7).
Aún hay más principios éticos, como los de autonomía y libertad (¿contribuyen positivamente las nuevas tecnologías a la autonomía y libertad de la persona) y socialización (particularmente importante, por ejemplo, en el caso de los niños, para los que las nuevas tecnologías pueden ser una ocasión de apertura, pero también de cierre ante el entorno y ensimismamiento en unas relaciones virtuales que son irreales). Pero ya he aburrido suficientemente a mis lectores con estos temas.
Las nuevas tecnologías digitales son importantes, y crean importantes problemas éticos para las personas -diseñadores, fabricantes, distribuidores, proveedores de servicios, usuarios, etc.- y para las comunidades. Nos hemos de acostumbrar a vivir con ese tipo de problemas, aprendiendo a tratarlos adecuadamente.
Excelente articulo. La etica es algo muy importante en todo el ambito laboral, en este caso, en las tecnologias digitales. Hay que ser responsables y actuar correctamente ante cualquier trabajo, obligandonos siempre hacer lo correcto en nuestra labor.. en mi caso, soy experto en mantenimiento informatico, asi que trato de cumplir al maximo mi etica y profesionalidad a la hora de hacer cualquier trabajo infformatico.
Como decía (yo) en una entrada suya anterior, profesor; la técnica es la última evolución del DNA y requiere reglas como las requieren las empresas, lo que llevó a escribir y propagar sus ideas a Juan Antonio (a «su» consistencia me refiero). Las empresas son sistemas libres pero no son personas (los ángeles y cada uno de nosotros lo somos), por eso debe elaborarse una ética de empresa según JAPL. Polo lo decía a su manera así: «La physis me permite vivir sin aporías, pero no salva la gran aporía, la última posibilidad de mi existencia. La physis no me dota de un ir más allá, de un permanecer…» (Curso de Ética) y yo completaría: la ética SÍ me dota de ese ir más allá, de permanecer. Saludos y muchas gracias por lo que nos trasmite siempre en el blog