Cayó en mis manos hace unos días un artículo publicado en la revista Child Development, escrito por Janine Oostenbroek y Amrisha Vaish, de la Universidad de Virginia, titulado «La aparición del perdón en los niños». Bueno, no cayó en mis manos por casualidad, sino que, como el lector ya sabe, me interesan los trabajos sobre virtudes en la empresa. Y, claro, saber algo de la capacidad de perdonar de los niños era una forma de aproximarme al perdón en la empresa, y a sus efectos.
Porque los seres humanos necesitamos cooperar entre nosotros para casi todo lo que hacemos. Y cooperación significa confianza. Y confianza exige que me pueda fiar del otro, lo que se ve dificultado si el otro me ha hecho daño, o si yo he hecho daño al otro. De modo que ahí aparecen el remordimiento por el daño causado, la petición de perdón y la concesión de ese perdón. «Una faceta del ser humano, dice el artículo, es que cometemos errores y causamos daño a otros», de modo que hemos de pedir perdón y reparar la relación. Ambos lados, pedir perdón y perdonar, son necesarios.
No nos interesa aquí saber que los niños empiezan a tener remordimientos cuando hacen daño a otros, y empiezan a perdonar a los que les hacen daño, a los cuatro años, y que a los cinco esas actitudes están ya bastante consolidadas, de modo que los niños las tienen en cuenta en sus decisiones de amistad y cooperación. Pero sí nos interesa saber que la actitud de perdonar se manifiesta más claramente cuando el agresor pide perdón: los niños perdonan más rápida y decididamente cuando el agresor ha pedido perdón, de modo que están dispuestos a seguir jugando con él e incluso hacerle pequeños regalos.
Leyendo ese artículo, saqué tres conclusiones para este blog. Una, de uso inmediato: la confianza en las organizaciones humanas implica la necesidad de pedir perdón y de perdonar. O sea, hemos de «comernos» nuestro orgullo herido, desde luego si somos los agresores, pero también si somos los perjudicados.
Segunda -y esto no aparece en el artículo, pero se me ocurre a mí-, que es más importante tomar la iniciativa, en un caso o en otro, que recibir la respuesta favorable del que nos pide perdón o del que acepta nuestra petición de perdón. Porque si yo he hecho algo mal y pido perdón, mejoro como persona; y si el otro me hizo daño y yo le perdono, mejoro como persona. Si el otro no responde adecuadamente, la relación seguirá dañada por su parte, pero no por la mía.
Y tercera, que es importante que los niños aprendan a pedir perdón desde edades tempranas, y que todos lo sigamos haciendo durante toda nuestra vida. Esto forma parte de esos aprendizajes, adquisición de virtudes, que son tan importantes en todas las organizaciones humanas.
Muy interesante artículo.
Asumiendo nuestra naturaleza como humanos lo que comentas:
«la confianza en las organizaciones humanas implica la necesidad de pedir perdón y de perdonar. O sea, hemos de «comernos» nuestro orgullo herido, desde luego si somos los agresores, pero también si somos los perjudicados.»
Es imprescindible y necesario recordar.
en toda educación el perdón y el agradecimiento se debe enseñar en los pequeños y así cuando sean grandes lo apliquen en diversos ámbitos ya sea de manera profesional o personal
Estimado Antonio:
Agradecimiento y perdón son sin duda parabras esenciales que deben escucharse en las empresas que pretenden ser virtuosas y consecuente contribuir en la creación de un mundo mejor.
Saludos cordiales,
depende también , se le debe decir a mi pensar de cuando decir o pedir perdón a los hijos ya que a veces los pequeños piden perdon por todo tampoco es asi , en mi caso yo he tenido que decir perdon pero no recibi ninguna palabra de su parte hasta ahora lo recuerdo . no fue para tanto opino yo . tal vez es mejor asi . no es facil practicar el perdon es lo mas dificil que uno puede decir al menos para mi