Robo algunas ideas a Gregorio Luri, de su libro «El deber moral de ser inteligente«, un libro de Plataforma Editorial (2018) que me recomendó su director, Jordi Nadal. Trata de educación, pero contiene muchas ideas interesantes también para el mundo de la empresa.
Por ejemplo, la fascinación que nos produce la idea de que «todo cambia»: «El sentido de lo posible nos permite creer … que somos libres para dotar a nuestra alma, a nuestro cuerpo y a las relaciones mismas de la forma que queramos, y a esto lo hemos llamado autonomía«. Pero, dice Luri, que nos quedamos cortos siempre, porque nuestra inteligencia tiene una capacidad limitada ante lo ilimitado y lo indefinido, es decir, ante la incertidumbre.
Y añade, con gran sentido común, que, para que todo fluya, hace falta que la gente cumpla su horario, que haya agua corriente en los lavabos, que los periódicos salgan puntualmente, que se respeten las señales de tráfico… Y concluye que la finitud sigue siendo una fuente de sentido (página 175). En el mundo de los negocios esto supone que podemos dejar volar nuestra imaginación y emprender nuevas aventuras porque muchas personas, nosotros mismos, dedicamos muchas hora a cumplir con nuestro deber, a sacar adelante esas cosas pequeñas que son nuestro trabajo de cada día… y que ahí es donde encontramos el sentido de lo que hacemos. Para que no lo olvidemos, ni los que obedecemos, ni los que nos mandan.
«Vivimos, pues, a caballo entre la atracción del flujo y de la estabilidad, y esa tensión es la esencia misma de toda cultura» (p. 178).
Muy buen post, gracias
El flujo en las instituciones puede ser interior o hacia afuera. Y lo mismo para la estabilidad. Pero cuando es cruzado las ideas también lo son y exigen una conformidad que se vuelve dis-conformidad dado el caso. La inteligencia debe superar esas barreras y no siempre se logra. Eso es lo que puede llevarnos a inestabilidad