La noticia: la reforma del Código de Buen Gobierno de las Sociedades Cotizadas de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de España deja de usar el término Responsabilidad Social Corporativa y lo sustituye por Sostenibilidad. De gustibus non est disputandum, decían los latinos: sobre gustos no hay disputa. Pero me parece una pérdida. No, quizás, para muchos de los que se dedican a la (difunta) RSE, pero sí para mí, que pienso seguir hablando de responsabilidad social.
Responsabilidad puede entenderse de tres maneras. Una, moral: yo soy responsable de mis acciones y omisiones. Otra, legal: la ley me hace responsable de los desperfectos que cause mi perro. Y la tercera, social: la sociedad me exige que actúe responsablemente. ¿Por qué he de ser responsable? Moralmente, porque quiero ser una buena persona, un buen profesional, cumplir con mis deberes. Legalmente, porque me pueden castigar. Socialmente porque puedo perder mi reputación. Yo, sinceramente, prefiero actuar por responsabilidad moral, y pienso que la razón principal por la que un directivo ha de ser responsable es porque es «la» manera de ser buen directivo. La ley está bien, pero hecha la ley, hecha la trampa, y la ley no llega a todo: de hecho, el Código de Buen Gobierno no es obligatorio. La reputación es necesaria, es un valor, pero no es el más importante.
Estamos perdiendo el término «responsabilidad». Me parece un deterioro en la calidad, en la exigencia de lo que es la empresa y la tarea de dirigirla. Ahora seremos sostenibles: medioambientalmente, socialmente y en términos de gobernanza. ¿Y si no lo soy? Lo disimularé. ¿Por qué he de ser sostenible? Porque esto mejora -dicen- la cuenta de resultados. Al final, esto es lo que cuenta. Empezamos convirtiendo la RSC en la pariente pobre de la compliance, del cumplimiento normativo: lo importante es cubrir a la empresa de los posibles fallos de sus empleados y directivos. Luego, pusimos el énfasis en la acción social, la filantropía: no importa cómo dirijas, sino cómo repartas tus beneficios, porque la filantropía refuerza tu imagen. El negocio se aguanta solo; la imagen necesita algo más que comunicación. Larga vida a la sostenibilidad. Y perdón por este triste comentario de un viejo titular de una Cátedra de Responsabilidad Social Corporativa.
También podría ser Responsabilidad para la Sostenibilidad Corporativa (RSC) para mantener las siglas. Pero más me interesa aportar que se van acercando (los números y la dirección) al concepto de ciclo como resultado de la buena (o mala) dirección y las operaciones con recursos de largo y corto. Los sueldos directivos (gobierno o desgobierno) inciden en los costos operativos al modo de inversiones a largo (como los activos fijos o inventarios), mientras que los costos operativos son unitarios o se unitarizan casi directamente (incluso se les llama costos directos). Los sueldos directivos (incluso hay operarios que resuelven problemas diarios a modo personal, ahorrando muchos costos extra) -a ambos me refiero- se supone que evitan esos y otros gastos extra: el maktn queda incluido, en gran parte, por ejemplo; y así compensan su inversión. Eso se llama feed-back y en Macro se resuelve en el concepto de ciclo. Pero es un concepto micro, también. Como siempre te insisto, Antonio, el ciclo productivo es consecuencia de la dilución de costos fijos (geométrica: C/q) en los unitarios (aritmética: cxq) y su compensación define el ciclo y en consecuencia, los sueldos de esos directivos. Mientras eso no se haga, el control sostenible no será responsable.
Celebro mucho que hayas dedicado tu columna de hoy a este importante tema, ya que eres un referente. Pongo como ejemplo a la Universidad de Edimburgo, Escocia, que lo tiene claro y por ello le llama a su unidad: Responsabilidad Social y Sostenibilidad. Saludos cordiales!
BRILLANTE!