El otro día se me ocurrió pensar: ¿cómo sería la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las fábricas de Oskar Schindler, el personaje -real- que protagoniza «La lista de Schlinder»?
Me imagino que la misión que Schindler pensaba para su empresa cuando viajaba hacia Cracovia sería algo así como «la fabricación de utensilios esmaltados en condiciones muy ventajosas de coste y mercado». Ya instalado allí, y cuando empezó a utilizar mano de obra judía, la formularía «la fabricación de utensilios esmaltados en condiciones muy ventajosas y de mercado, ayudando a la minoría judía a encontrar un medio de vida relativamente decente (?) y quizás a salvar su vida». Después de su «conversión», probablemente diría: «salvar judíos de las cámaras de gas mediante la fabricación de utensilios esmaltados, utilizando los beneficios y aun la fortuna personal para salvar más judíos».
¿Qué manuales de RSC debió consultar Oskar Schindler para escribir esas declaraciones? Ya sé que entonces no se hablaba de Responsabilidad Social, pero nuestro protagonista tenía una idea muy clara de lo que es ser responsable en el mundo de los negocios. La primera definición la compartían, probablemente, muchos empresarios de su época, muchos empresarios actuales, y no pocos «expertos» en RSC. No pasa de ser la imagen de la empresa maximizadora de beneficios, que aprovecha las oportunidades que se le presentan, pero sin hacer (demasiado) daño. La segunda muestra ya un interés por la Responsabilidad Social, no como la entendemos hoy, pero sí con las categorías de la época: una atención a una minoría, un buen trato (?) a los empleados, emplear sabiamente los recursos financieros para garantizar el suministro de mano de obra barata y eficiente (vía sobornos)…
La tercera fase es fruto de la «conversión» de Oskar Schindler. No explicaré lo que vemos en la película, pero no hay duda de que Schindler se da cuenta de cuál es su verdadera responsabilidad, que no tiene que ver con los esmaltados o, al final de la película, con la fabricación de armamentos, sino con «la responsabilidad de la empresa por sus impactos en la sociedad», como diría la Comunidad Europea. Por eso me gusta la idea de que la RSC proviene, no de lo que la sociedad espera, pide o exige, sino de aquello que es fruto de la reflexión de la empresa -del propietario y CEO, en este caso. Y me pregunto si habría muchos empresarios hoy que estarían dispuestos a definir así su responsabilidad y, como Schindler, a arruinarse por cumplirla.
Querido Profesor, hoy no hay muchos empresarios tan especiales y con esos valores. En España podemos reconocer algunos… y están poco valorados. Lo que estoy segura es que ninguno llegaría al extremo de arruinarse por cumplir su misión..ya está ocurriendo por otras causas desgraciadamente. El artículo es estupendo, todos recordamos esta historia real y otras similares pero quizás no de tanto impacto.
Como siempre, muchas gracias.
Interesante tri-visión Antonio. (Porque no es división). Y por ello, insisto en que el afán de pode,r hoy por hoy, exige se evalúe la productividad de una guerra ya que tener poder sobre nada es peor que no tenerlo o tenerlo menos sobre algo. Pero como ese algo productivo se mide «a medias» (no se calculan los sueldos, directivos, como debe ser) se auto-estiman números falsos. A ello no se llegaría si se supiera que los costos llevarán a tener menos poder después de su provocada «guerrita»