Las ciencias sociales no ayudan a la ética. Lo dice Amitai Etzioni (aquí, en inglés). El argumento es que las ciencias sociales que las universidades enseñan cada año a millones de estudiantes utilizan narrativas que debilitan el luchador moral que todos llevamos dentro. He aquí sus argumentos.
La economía dominante nos enseña que el ser humano trata de maximizar su interés propio (self interest) que, en la versión más generalizada, proviene del consumo de bienes. Por tanto, estamos hechos para pasarlo bien, esto es lo que nos mueve, y comportarse de otro modo -por ejemplo, ser caritativos con otros- es una conducta rara, que acaba explicándose con argumentos como que esto nos causa particular satisfacción, o que somos generosos con los demás porque esperamos que nos recompensen el día de mañana. No hay lugar para la ética.
La behavioral economics o economía conductual nos dice que nuestras decisiones están sesgadas desde su origen. No sabemos lo que nos conviene, nos engañamos siempre. Y la educación y la formación no contribuyen a mejorar esto. O sea, además de egoístas, somos poco inteligentes.
La biología evolucionaria nos dice que las conductas no egoístas son reminiscencias de épocas pasadas, en las que nuestros ancestros necesitaban colaborar entre todos para cazar y sobrevivir. Si alguien no se comportaba de acuerdo con esas reglas, se le hacía el vacío. En todo caso, la conducta, ética o no, está en nuestros genes. Somos como somos, y eso no hay quien lo arregle.
La antropología liberada (anthropology liberates) dice que nuestra moralidad depende del contexto cultural. Por tanto, dejemos de pedir a unos y otros que se comporten moralmente bien, porque, entre otras razones, esa postura concluye que lo normal es el relativismo ético. No se puede juzgar a nadie por sus ideas morales.
Los sociólogos dicen que lo que nos hace inmorales es el sistema. Somos inmorales porque estamos alienados, empobrecidos, maltratados o en desventaja. Cada uno está socializado por su sistema. En todo caso, podemos obligarles a comportarse de otro modo, pero eso no resuelve sus problemas morales.
La psicología clínica propone que liberemos a las personas de las demandas morales que les hace la sociedad. La persona ideal está por encima de esas presiones, es un ser autónomo, aislado, autosuficiente. Olvídense de la ética.
Etzioni acaba diciendo que las narrativas de las ciencias sociales no permiten el desarrollo moral de las personas, nos dejan sin recursos en estos temas y debilitan nuestros esfuerzos por ser bueno, dejando esa tarea a los expertos religiosos y éticos y a los intelectuales públicos. Panorama poco optimista. Tendremos que volver otro día sobre estos temas, ¿no?
Estimado Antonio, de nuevo recordando a Polo, decía en La originalidad de la concepción cristiana de la existencia:» La interpretación de la actividad transformadora y de la sociedad humana cambian por completo según se admita o no la persona… La persona es aquello sin lo cual ni el trabajo ni la sociedad son. El trabajo y la sociedad existen como efusión personal”, que es bastante explícito, por decirlo de algún modo