¿Es correcto desperdiciar los esfuerzos de tantos miles de personas que se esfuerzan por hacer cosas por los demás en una variedad enorme de instituciones caritativas, en lugar de concentrar la colaboración de todos en unos cuantos objetivos prioritarios? Si lo que queremos es que salga «nuestra» idea de qué problemas tiene la sociedad y qué soluciones son las correctas, es claro que eso es un desperdicio. Si lo que queremos es escuchar a todos los que tienen algo que decir sobre esos temas, entonces la variedad de instituciones es una riqueza.
Claramente, me apunto a esto último. Cuando unos padres con hijos con enfermedades raras montan una fundación para ayudar a la solución de su problema están alejándose de la solución «racional», pero están haciendo algo posible para la solución de un problema que es también real. ¿Para qué queremos unificar todo? ¿En nombre de una eficiencia que, casi siempre, definimos en torno a cifras macro: cuántos miles de personas recibirán esta vacuna vs. los pocos que serán atendidos de sus enfermedades raras, que ahora nadie cuida suficientemente?
La variedad de instituciones en este campo es también una manera de resolver el problema político de la polarización de la sociedad, cuando nos decidimos a escuchar a todos, a dejar que todos hagan su propuesta y a permitir soluciones diversas a los muchos problemas sociales.
Durante la pandemia hemos conocido el caso de muchas personas y organizaciones que se han volcado en solucionar problemas concretos, desde la fabricación de mascarillas hasta el reparto de vacunas o la entrega de alimentos a personas que han perdido su empleo y sus ingresos. Esas instituciones son, a menudo, una manera efectiva de poner a la gente a trabajar por los demás, junto con otros, en nombre de algo grande, más importante y más urgente que los miles de cosas que nos distancian de los demás cada día.
Lo que no obsta para que los que dirigen esas instituciones se pregunten no solo si su causa vale la pena, sino, sobre todo, si su gestión es racional y eficiente.
The impact of volunteering and social action in my point of view:
1. People who volunteer or take social action have better health and wellbeing.
2. Volunteering and social action give people more control over their lives
3. People who take part in volunteering and social action develop new skills
4. Volunteering and social action help health and care services do better.
Buen post, y muy de acuerdo. Mis hijas y sus amigos universitarios se han unido como voluntarios a la campaña de vacunación en Londres, solicitada por el Gobierno inglés ( a pesar de las enormes críticas por el asunto Astra Zeneca, tema en el que no deseo entrar). Tras superar un curso de un mes como sanitarios y un examen, ya les destinan a diferentes hospitales, Iglesias, tiendas de campaña etc…
Mi sobrina síndrome de Down de 5 años es maravillosa, y sus padres también promueven una asociación en favor de este colectivo.
Por estas razones y por tantas apoyo todo acto de carácter voluntario, con respeto y admiración.
Muchas gracias Profesor por compartir un artículo de esta importancia.
Como dice Polo, citando a Choza, en Filosofía y Economía: «Si pierde su dignidad, el hombre es reprobable. La fórmula de la reprobación es semejante a esto: No te conozco. Has distorsionado tu naturaleza hasta el punto de falsearla. Y la has falseado en tal medida que tú mismo eres falso. Tanto que Yo, tu creador, no te conozco, no te reconozco (Choza)». Se explica por sí sola (la cita) y confirma lo dicho en esta entrada