Leí hace unos días un informe de The Conference Board sobre «El rol de las empresas en la sociedad», centrado en el tema de la sostenibilidad (aquí). Su punto de partida es que la sostenibilidad de la empresa es un empeño de largo plazo: «la transformación sostenible de los negocios es un proyecto de largo plazo que pueda crear valor medible para todos los stakeholders».
El informe sostiene que para conseguir y mantener la competitividad en el largo plazo, hay que seguir estos principio: 1) adoptar una perspectiva de largo plazo; 2) incluir la sostenibilidad como algo constitutivo del proceso de toma de decisiones; 3) implicarse en la transparencia; 4) ser una voz que proclame el cambio, y 5) colaborar en la conducción de una cambio sistémico. Y todo eso con visión integral, porque una empresa aislada no conseguirá ser sostenible si su entorno no lo es.
No se trata, pues, de considerar que sería muy bonito tener una empresa sostenible…, sino de la necesidad de empujar la innovación hasta convertirlo en una realidad en la empresa. De ahí se desprenderán diversos beneficios:
- crecimiento de los ingresos: aumento de cuota de mercado, precios «premium» e innovación de producto.
- reducción de los costes: eco-eficiencia, mejora de la performance operacional y menor coste del capital.
- mitigación del riesgo: resiliencia, licencia para operar y confiabilidad de la cadena de suministro.
- creación de valor intangible: marca, reclutamiento, retención e implicación del personal y creación de valor no solo para los accionistas, sino para todos los stakeholders.
Pero lo que yo quería era hablar del tema del cortoplacismo en las empresas, al que el informe dedica un espacio destacado. Sirva lo anterior de preámbulo para ese tema.
Esta entrada me anima a intervenir. Gracias Antonio por estar siempre inspirándonos.
Por ser la empresa un proceso, su “valor medible” no puede ser una foto sino una dinámica: lo que se llama ciclo. Se visualiza mejor porque hay que comer cada cierto tiempo. La energía se vuelca en cada unidad producida C/q de modo geométrico. Pero los gastos horarios de energía humana van aumentando con cada unidad producida. Se puede asimilar al punto de equilibrio, pero contra-variando con el tiempo geométrico, no co-variando, aunque esto también ocurra. Estos se miden, en estos casos geométrico-aritméticos, con fasores de segundo orden como los modelos macro del ciclo, pero no son esas variables sino otras las que se deben medir: las magnitudes como expongo en mis libros y artículos del IEFLP, que se sustentan en Studia Poliana. La numerología es más que números reales: son números imaginarios. En general. Los reales sirven para “intervenir” como seres sensibles en la naturaleza