Antonio Vives publicó en su blog Cumpetere el pasado 19 de junio la segunda parte de un trilogía sobre «Responsabilidad social como generador de valor intangible» (aquí). No he querido esperar a la publicación de la tercera parte para hacer un comentario, porque, como siempre, me ha gustado el contenido de esa entrada, que titula «¿Quo vadis responsabilidad? Avanzando».
Lo que Antonio Vives cuenta es el cambio que ha experimentado el tratamiento de los temas de responsabilidad social en el largo plazo, al menos en los países avanzados. Temas como el reconocimiento de la dignidad y el papel de la mujer, el daño producido por la contaminación ambiental, el trabajo infantil y esclavo, el contenido de las campañas publicitarias, etc., muestran cómo nuestra sociedad ha ido cambiando en los últimos decenios. Y si es verdad que ese cambio no ha sido siempre para bien, también lo es que, al menos en los aspectos mencionados, sí ha supuesto una mejora.
La sociedad ha cambiado, y la empresa ha reaccionado. Cuando yo era (más) joven, había muchas empresas que ahora calificaríamos de socialmente responsables, pero lo que pedía la sociedad entonces era muy distinto de lo que pide ahora, interesándose más por un salario a la altura de las necesidades de una familia, la cobertura de los servicios de vivienda y salud (que Antonio también recuerda), el trato digno a la persona, el pago de los impuestos justos, etc. El medio ambiente no era entonces motivo de preocupación. Y las contribuciones positivas de las empresas se reducían a lo que llamábamos filantropía, compensando de alguna manera la insuficiencia de las acciones de los gobiernos y de las instituciones en esos ámbitos. O sea, había sensibilidad por parte de las empresas, aunque esa sensibilidad era muy distinta de la de ahora.
Antonio Vives acaba su capítulo con una referencia al cambio de mentalidad en las empresas, para preocuparse de «un orden superior de responsabilidad». Me parece que esto es lo más novedoso. Cuando yo era (más) joven, conocí a empresarios con un claro sentido de responsabilidad, pero eran minoría y, desde luego, no había un sentir amplio entre la clase empresarial. Hoy sigue habiendo muchas empresas que se despreocupan de esos temas, pero al menos sí hay un sentir amplio que, en las empresas y en su entorno, se preocupan de ese «orden superior de responsabilidad». Entiendo que eso es lo que quiere decir el «avanzando» con que Antonio cierra el título de su entrada.
Muy acertado destacar que hay un cambio en la disposición de los actores intervinientes. A mi modo de ver el avanzando podría pasar por lo que se habla como Impact Investment. Un cambio de paradigma en lo que se entiende por Empresa y Negocios. Aún, tal como usted mismo lo comenta, hay mucho de filantropía y no acaba de comprenderse el valor de la empresa como generadora de valor integral, de impactar social y ambientalmente de manera que lo económico también permanezca en armonía sana. Logrando un desarrollo sostenible que acaba siendo «crecimiento en las personas, una mejora de ellas» y por tanto de la sociedad toda, no sólo que se sostengan por tiempos extensos. Gracias por estar siempre en este empeño por llevarnos a la comprensión de la valía de las empresas y cómo dan robustez a una Sociedad y son fuente de riqueza en dinero y más aún en dignidad de las personas y cuidado de nuestro planeta.