Tone-at-the-top no tiene traducción fácil. Trata de lo que los de arriba (top) hablan, cómo lo dicen, qué consideran bueno y qué no, cómo actúan, cómo intentan que los demás actúen. Se reconoce directamente cuando se trata con ellos, pero también por sus declaraciones, videos, informes, noticias…
Tone-at-the-top manifiesta el razonamiento moral de los líderes. Por tanto, tiene consecuencias. Lo que ellos dicen baja luego por la estructura de la organización, inspirando las conductas de sus empleados, dando o quitando legitimidad a sus acciones y decisiones, animándoles a actuar de una u otra manera. Acaba siendo un medio para forjar una cultura que siga unos u otros principios morales, pero también culturales, sociales, relacionales, etc.
El tone-at-the-top no está presente cuando los de arriba -el CEO, los miembros del Comité de Dirección, los del Consejo de Administración- guardan silencio sobre ciertos temas, cuando no evitan ciertas manifestaciones o acciones, cuando toleran ciertas conductas… y de este modo, de alguna manera, promueven las acciones contrarias. Si, por ejemplo, la empresa no toma medidas para evitar la corrupción, los empleados entenderán que la dirección no se manifiesta contraria a esa práctica, es decir, que la aprueban o, al menos, no están dispuestos a castigarla.
Por eso, los del top deben tener muy claro que tienen una responsabilidad moral en la cultura de su gente y, por tanto, también en las conductas de esas personas. «Yo no robo» está muy bien, pero no sirve si no atajas las posibilidades de que tus subordinados lo hagan…