Estoy leyendo un nuevo libro, escrito por un colega del IESE, Jaime Alonso Stuyck, titulado «Inversión en patrimonios» (Ediciones Deusto, 2022). Lo leo poco a poco, porque es largo (más de 500 páginas), pero de lectura agradable. Y un tema interesante y poco tratado: cómo invertir en patrimonios o endowments, o sea, a muy largo plazo. Lo del plazo es muy importante, por ejemplo en un fondo de pensiones, en un family office o en el endowment de una universidad o una fundación. Como es lógico en mi caso, he corrido a ver cómo enfoca el tema de la inversión socialmente responsable.
Los endowments tienen a menudo una finalidad social (por ejemplo, en una fundación), de modo que no es infrecuente que digan que, si la finalidad es social, todo vale, porque todo es socialmente responsable. Pero esto no es así. Alonso menciona el deber de tener una política explícita de inversión socialmente responsable, que contemple las distintas dimensiones, ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), porque los gestores tienen también una responsabilidad respecto de los stakeholders y de la sociedad, responsabilidad que conviene que se materialice en un documento o, si procede, firmando los Principios de Inversión Responsable (PRI) o algo parecido. Alonso subraya la importancia de tener una política propia, porque se trata de entidades con una misión o propósito muy bien definido, y no tendría sentido que su política de inversión no sea plenamente compatible con él. «Adoptar una actitud ética y responsable es siempre una exigencia institucional y comunicarla a los stakeholders constituye un cierto deber de honestidad», dice.
El libro acaba con un Cuestionario para la evaluación de capacidades ESG de gestores externos, que puede ser muy útil para fundaciones pequeñas, a la hora de dejar en manos de otros la gestión socialmente responsable de su patrimonio.