El mundo del trabajo está cambiando muy rápidamente. Esto lo venimos oyendo desde hace tiempo, pero quizás no nos hemos parado a pensar sobre sus consecuencias. Quizás porque no todos los trabajos están sometidos ahora a esos cambios, pero, sin duda, está cambiando el panorama.
Primero, hay muchas personas que tienen un amplio margen de libertad para elegir las condiciones de su trabajo. Pueden hacerlo desde cualquier lugar, su casa, un hotel, el bar de la esquina, el tren que los traslada… Y esto es importante, porque supone una libertad de movimientos que les permite ser más creativos, buscar «otro» sentido a su tarea, aprender de manera continua y tener impactos que antes no parecían posibles en su puesto de trabajo tradicional.
Se pueden convertir en autónomos, como los artesanos de toda la vida, es decir, no dependen directamente de otros, sino indirectamente de sus «clientes», son responsables de otra manera, y son más creativos; pueden llevar a cabo otras relaciones personales y desarrollar su carrera profesional de una manera más satisfactoria y enriquecedora. Al propio tiempo, ven más claramente el impacto que deja su trabajo en la sociedad, que para ellos no está mediado por nadie.
Todo esto facilita un nuevo desarrollo de la carrera profesional, que puede ser más caro y con más riesgo, porque aprender un nuevo oficio puede ser costoso. Y hay que aprender a reinventar el trabajo, para aprender pronto a hacer otras cosas, también manteniendo una flexibilidad mental que les permita efectuar esos cambios sin provocar grandes tragedias. Por tanto, han de ser capaces de conocerse mejor, de saber cuáles son sus fortalezas y debilidades, qué quieren y qué no quieren hacer en su vida. No podrán delegar en otros la creación de su futuro, entre otras razones porque vivir de una pensión tradicional no siempre estará a su alcance.
Y se acabará la vida en tres etapas, estudio, trabajo y jubilación. Con más formación, pero repartida a lo largo de toda la vida. Lo que supone construir las bases para una vida de aprendizaje constante.
Me parece Antonio que un gran secreto para elegir trabajo es dónde voy a realizar algo que no pueda hacer un robot o, al menos, que requiera pensar cada movimiento que hago. Ejemplo, escribir artículos ingeniosos o históricamente futuristas