A menudo leemos o decimos que ser ético es actuar de acuerdo con los principios morales. Hay mucho de razón en eso, pero no es tan fácil, al menos en la práctica.
No matarás es un principio ético. Pero cuando me encuentro ante el asesino que intenta acabar con mi vida, encuentro una excepción a ese principio: puedo matar al asesino en defensa propia. La consecuencia de obedecer al principio ético sería perder la vida, y esto va contra otro principio ético, el derecho a la vida.
Lo difícil es, pues, pasar de los principios a la acción. En la ética de la empresa esto es importante. No puedo ceder a una extorsión, salvo que las consecuencias de no ceder a la extorsión sean realmente desastrosas, como la ruina de la empresa, la pérdida de empleo para muchas personas, etc.
Por eso, desde el punto de vista de la ética podemos utilizar el principio ético -no aceptar la extorsión- para empezar a pensar sobre el tema. El principio es importante y sabio, de modo que no puedo ignorarlo. Pero en este caso concreto, el principio puede no ser válido. Esto lo podemos juzgar desde fuera, pero, en última instancia, esto lo debe hacer el que tiene que tomar la decisión, que conoce las circunstancias -sus circunstancias- mejor que nosotros, los observadores externos. No hay ciencia ética de los casos concretos, dice un principio de la ética. Nosotros podemos dar nuestra opinión, más o menos bien fundada, pero la clave la tiene el que toma la decisión. Él es el que se juega el acierto o no de esa decisión. Y, en última instancia, es él el que deberá pedir perdón, si se equivoca.