En una entrada reciente me referí a la relevancia de la cultura de la empresa. Aquí ofreceré algunas ideas sobre cómo conseguir una cultura eficiente, ética y exitosa.
El origen de la cultura de la empresa se encuentra en su historia, probablemente en sus creadores y en los distintos líderes que ha tenido a lo largo del tiempo, pero puede ser también el resultado no previsto -y quizás no deseado- de un conjunto de actuaciones desorganizadas entre su personal. En todo caso, la importancia de los líderes es clara, sean los fundadores, sean los altos directivos y, cada vez más, los miembros del consejo de administración. Y es importante que esa cultura, pensada desde arriba, vaya calando en los distintos niveles de la organización, hasta las personas que, desde abajo, sirven a los clientes o dan la imagen exterior de la organización.
Otro componente importante son las políticas de contratación y formación del personal, que están en la base del encuentro de los recién llegados con la cultura de la organización.
Como es lógico, la estructura de la organización afecta y refleja, al mismo tiempo, los valores contenidos en la cultura, por ejemplo, los sistemas de contratación, promoción, remuneración e incentivos. La frase «al final, la gente hace aquello para lo que se le paga» refleja bien la importancia de la organización. Si los incentivos no están alineados con la cultura, acabarán cambiándola.
Dos aspectos merecen una mención especial. Uno es la responsabilidad del consejo de dirección -y, consiguientemente, del CEO, que sirve de enlace entre el consejo y la estructura de la empresa. Otro es la función financiera, que, a menudo, tiene una cultura propia, encerrada en su silo y enfocada en al corto plazo.
Gracias por el artículo Antonio. No hay cultura empresarial si no hay valores. Saludos