Universalismo vs particularismo (II)

En una entrada anterior presenté algún caso sencillo de universalismo ético vs particularismo. ¿He de ayudar a cualquier persona, sea quien sea o esté donde esté, o he de hacerlo a determinadas personas que, probablemente, serán las que tengo más próximas, empezando por la familia, los amigos, los colegas, los que viven en mi barrio o ciudad, los de mi nacionalidad, lengua, raza, etc.?

Hay teorías morales sobre esto, pero no me atrevo a utilizar ninguna de ellas, porque tienen limitaciones importantes. Prefiero recurrir a un principio general amplio que, me parece, resuelve muchos problemas -o, desde otro punto de vista, no los resuelve, sino que los complica. Ese principio es: no hay respuestas generales a casos particulares.

¿Puedo matar a alguien? No. ¿Y si ese alguien ha sacado un cuchillo, ha tomado a mi hijo por la fuerza y trata de matarlo? ¿Puedo decir una mentira? No. ¿Y si el que me pregunta espera mi contestación para robar una gran cantidad a una persona que tiene grandes necesidades económicas?

Aplicado esto al caso del universalismo o particularismo, la respuesta sobre a quién debo ayudar no tendría una respuesta única, porque dependería de muchas cosas: el grado de conocimiento que tengo de la necesidad de una persona u otra, cuáles serán las consecuencias de no ayudar a uno u otro (por ejemplo, si sospecho que uno quiere el dinero para dar de comer a sus hijos y el otro para comprar droga), etc.

O sea: la respuesta dependerá de mis conocimientos (y de mis posibilidades de conocer lo que ahora no conozco suficientemente) y de mi experiencia. También de mis preferencias personales, pero en este caso tendría que considerar también la profundidad moral de esas preferencias. Pero eso es ya otro tema.

2 thoughts on “Universalismo vs particularismo (II)

  1. Como siempre profesor, en estas cosas de conocer recurrimos a Polo. En su libro Psicología Clásica dice: «¿Cómo pueden ponerse de acuerdo un perro y un toro? No pueden ponerse de acuerdo jamás […] La inteligencia se define así: la facultad que conoce objetivamente, de una manera propiamente objetiva, esencias; pero las conoce sin intuición y, por lo tanto, en términos de universalidad […] Una inteligencia en tanto que discursiva, se llama razón […] si fuese intuitiva y no abstractiva, entonces nuestra inteligencia no tendría discurso, sino que captaría de golpe todo […] la inteligencia se caracteriza por ser descentralizadora […] implica el llamado intelecto agente, que es solamente posible precisamente porque la inteligencia no es perspectivamente, como lo es en cambio la estimativa. Creo que con eso se explica quiénes no pueden ponerse de acuerdo»
    Y remata diciendo: “nuestro conocimiento sensible puede conocer lo particular, pero no puede conocer lo particular esencialmente. Y, por otra parte, nuestro conocimiento intelectual puede conocer la esencia, pero no puede conocer la esencia individualmente”
    Queda claro ¿no?

Comments are closed.