En una entrada anterior mencionaba un trabajo de Alan R. Palmiter que me hizo pensar. Acababa esa entrada con la idea de que una empresa sostenible aparece no como consecuencia de una ley o una regulación, sino de un estado de la mente original. Palmiter añade a esto una afirmación, que me parece válida, no solo para su país, sino también para el nuestro: «los consejos de administración en Estados Unidos (son) cuadros de ejecutivos con mentalidades parecidas que miran para adentro«, orientadas a satisfacer las necesidades de los consumidores para obtener beneficios para sus inversores, lo que explica la primacía de estos últimos. Y la conclusión: las empresas están diseñadas para considerar que el daño causado por la empresa «es un problema de todos».
¿Cómo se puede rehacer esta idea de la empresa sostenible? La no sostenibilidad de muchas empresas actuales se debe, segùn Palmiter, a que parten del principio de que sus actividades parecen aisladas del entorno, que el factor humano es un coste y que el mundo ofrece un volumen ilimitado de recursos. De modo que la empresa tiene tendencia a externalizar sus problemas porque no ve que esos problemas están conectados a los de otras personas o entidades y a los de la naturaleza.
La solución de esto no puede estar en la economía, como intenta el movimiento ESG (entorno, sociedad, gobernanza): añadir tecnología e incentivos no cambia la mentalidad de las personas, y deja intacta la indiferencia de la empresa hacia sus relaciones con los demás, «de modo que la empresa sostenible existe en un mar de transacciones de mercado y surge cuando esas transacciones en las que la empresa se ve implicada ocurren no en un vacío, sino en la conciencia de su interrelación con todo lo que es vida». Y esto llevará a los que dirigen empresas a entender plenamente el entorno en que se mueven y la conciencia del papel que deben jugar en esa colaboración.
«La empresas sostenible ofrece papeles nuevos a muchos actores: inversores implicados e imaginativos, ejecutivos de alto nivel con nuevos estilos de liderazgo, empleados productivos inteligentes con un propósito, consumidores conscientes de su poder de compra, participantes en la cadena de suministro guiados por análisis del ciclo de la vida, comunidades locales que apoyan la transición y gobiernos que elaboran y ponen en práctica nuevas normas. Y conforme el cambio se acelera, aparecerán nuevos roles.
Aparte del ciclo de vida Antonio, está que la vida no se entiende qué sea. Como dice Polo, todos vivimos, pero el código genético varía no por agregación, sino al revés, por inhibición. Es por eso que la biología no avanza. Se considera una cencia que es más que la mecánica, pero se busca agregar conceptos al universo material. Y es al revés. Hay que inhibir procesos materiales del universo para sacar los que están dentro de cada uno. No sólo adaptarse sino cambiar x dentro.para dominar el entorno. Y eso es por inhibición. Sólo un ser libre puede hacer eso de inhibirse. Ser sobrio. Hay que partir de algo que tiene praxis (movimiento interior) pero además: libre. Lo mecánico no puede hacer eso. Hay que salirse de uno mismo con la libertad y además, inhibirse en lo que no soy autosostenible. Sólo quien tiene virtud puede hacerlo. Inhibirse de ganar más haciendo otra cosa, por ejemplo. Es casi imposible si se está en las utilidades. Si uno se inhibe de más utilidades, porque es virttuoso (experto) en otra cosa; logrará más futuro. Eso es mucho más que utilidades. No hay método para descontar ese futuro experto: aunque pueda cuantificarse por adaptación formas circundantes y propias