Recuerdo que mis primeras excursiones al campo de la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) las hice desde el campo de la ética: esa responsabilidad es una responsabilidad ética, antes de que sea social, política, legal o de otro tipo. Por eso me gustó -y lo he dicho varias veces en este blog- la «definición» de RSE que dio la Unión Europea hace años: la responsabilidad de la empresa por sus impactos en la sociedad.
Porque, con ley o sin ley, con regulaciones o sin ellas, con memorias de RSE o sin ellas, cuando uno produce impactos en otros, esos impactos, positivos o negativos, tienen significación ética. Otra cosa es que los que están tomando las decisiones en esa empresa actúen con criterios éticos o no: si se mueven por el qué dirán, por la cuenta de resultados o por la reputación de la empresa, sus actuaciones pueden tener consecuencias positivas o negativas, pero, en todo caso, se habrá descuidado su dimensión ética.
Esto implica que, al tomar una decisión sobre algún aspecto medioambiental, social o de otro tipo, que tenga consecuencias para las personas (clientes, proveedores, empleados, vecinos o ciudadanos), hay que pararse a pensar quiénes pueden ser los afectados por esas decisiones, qué consecuencias tendrán para ellos, cuál es la valoración de esas consecuencias y, claro está, si es éticamente correcto o no tomar esas decisiones. Y, claro está, actuar en consecuencia.
Muy Interesante reflexión Antonio. Nos viene muy bien en nuestro sector hablar de responsabilidad y ética. Gracias.
Excelente información, gracias por compartir
Ese proceder es correcto Antonio pero me recuerda a Newton (1700) y Hamilton (1800). Las leyes de Newton son casi experimentales (que en ese entonces era lo máximo para la ciencia). Hamilton (anglicano?-Irlandés: eso no se lo cree ni su madre), enunció la teoría general de variedades que no sólo explica las leyes de Newton sino toda la quántica actual. Pero hay que estudiar muchos años para entenderla. Stokes y Gauss aparecieron en el camino y se adaptaron a otros fenómenos como gases y líquidos o eléctricos. Lo mismo pasa con las leyes políticas: emergen de una ley superior llamada Ética. Ley que supera a la de Hamilton por supuesto. El problema aparece en la incoherencia. Tú sabes más pero yo lo hago así porque soy el chief