Emprendedores sociales

Marta Curto, mi colaboradora en la Cátedra «la Caixa» de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo del IESE ha escrito un interesante Cuaderno de la Cátedra sobre «Los emprendedores sociales: innovación al servicio del cambio social» (ver aquí la Newsletter).

Marta señala el necesario equilibrio entre lo social y lo económico. Parafraseando a Orwell, podemos decir que todos los emprendedores son sociales, pero unos lo son más que otros. Un emprendedor social, diría yo, es alguien que sale al mercado a satisfacer una necesidad que no se manifiesta en una demanda «solvente». Un fabricante de zapatos sale al mercado a satisfacer la necesidad de cubrir los pies de forma elegante y cómoda, siempre que el comprador potencial tenga recursos para ello y esté dispuesto a pagar un precio que cubra los costes. El emprendedor social sale a atender una demanda que no ofrece un precio competitivo. O una oferta (de trabajo de disminuídos, por ejemplo) cuyo precio es superior al competitivo en el mercado. Ahí aparece su dimensión social y, al mismo tiempo, la económica: salir al mercado significa enfrentarse a proveedores, clientes y competidores con un producto o un servicio capaz de ganarse un hueco en el mercado sin necesidad de subvenciones. O quizás ganando subvenciones «competitivas»: porque los que hacen labor puramente social también necesitan ganarse día a día el voto favorable, no de su cliente, que no le pagará por ello, o que le pagará una cantidad inferior a la que cubriría el coste, sino de otro «cliente» que esté dispuesto a subvenciona esa actividad, porque le parece socialmente útil. Bueno, me he hecho un lío, pero me parece que ya me entendéis. Marta lo explica mejor en el Cuaderno.