Hay que entender a los políticos

Hace ya una temporada que vengo dando vueltas a cómo actúan los políticos. Los economistas decimos que «la ciencia económica aconseja esto o lo otro», o «esta medida no es eficaz». Luego resulta que nadie nos hace caso, salvo nuestros colegas, sean estos partidarios o contrarios -o sea, un diálogo, a menudo estéril, entre expertos. Y nuestras magníficas propuestas van a parar directamente a la papelera. Por eso me alegró tener conocimiento de un papel presentado en una Conferencia de la Sociedad Australiana de Economistas Heterodoxos. El título es poco atractivo: «Una teoría económica de la democracia: Downs con ‘tirón'» (aquí, en inglés). Downs es un economista que escribió sobre la teoría económica de la democracia, allá por 1957, con mucho sentido común. Lo del tirón viene, claro, del «tirón» mediático.

He aquí algunas de las ideas que propone el heterodoxo Stuart Birks (y algunos comentarios míos):

  • El número de asuntos con «tirón» en un momento determinado es reducido (basta mirar la portada de los periódicos o el contenido de los telediarios).
  • Los partidos políticos compiten por ganar tirón en los asuntos que defienden, y en reducir el tirón de sus competidores.
  • Los partidos apoyan temas con tirón (no temas importantes, sino temas con tirón).
  • Es más probable que los partidos inviertan en temas que ya tienen tirón que en la promoción de nuevos temas con tirón (por tanto, refuerzan la tendencia existente).
  • Las instituciones y organizaciones que se han creado alrededor de asuntos con tirón tratan de mantener su estatus ampliando el tema objeto de su interés (¡claro!).
  • Cuando un tema tiene tirón, la opinión pública lo apoya.
  • Es más fácil generar tirón mediante el apoyo de celebridades que mediante información cuidadosa y bien presentada (y así nos va).
  • Un tema con tirón puede usarse como falso apoyo de una política, en lugar de una alternativa más lógica y mejor fundada (y así nos va).
  • Una vez una ley ha sido aprobada, es muy poco probable que sea revisada o re-evaluada en el corto plazo (no vale la pena reabrir un debate, aunque ahora sepamos mucho mejor lo que funciona y lo que no funciona).

¿A dónde voy con todo esto? A mostrar, una vez más, que si queremos tener políticas racionales, bien planteadas y bien implementadas, hemos de prestar mucha, mucha, mucha más atención a los procesos políticos y mediáticos. O sea, hemos de volver a la vieja «economía política«, quizás costa de la aparentemente más racional, pero menos efectiva, «teoría económica».