Aún quedan artículos sensatos en la prensa. Pau Noy escribe en El Periódico «Los peajes, un debate populista» (aquí, para suscriptores). Parte de la noticia de que el Parlament de Catalunya ha aprobado (casi por aclamación, dice) la creación de un fondo de rescate de peajes, por un importe de casi 300 millones de euros. Y eso en un momento en que estamos recortando servicios públicos mucho más necesarios para todos los ciudadanos.
El debate sobre los peajes es, desde luego, populista. Es el cuento de siempre: los que viajan cada día por una autopista o un túnel de peaje piden que los demás subvencionemos sus gastos, a través de nuestros impuestos. Y los políticos, sensibles a las peticiones de minorías ruidosas (y a los intereses de las compañías), se rinden. «No hay comidas gratuitas», decía Milton Friedman hace muchos años. Todas las paga alguien. Lo que pasa es que el que come gratis se hace notar, y los que pagan no.
Los peajes tienen una función de eficiencia importante. Abaratar el transporte supone subvencionar industrias que se situarán más lejos. Hay, claro está, otros fcotres a tener en cuenta, como la congestión o la contaminación o la conveniencia de desarrollar otras comarcas. Pero lo del peaje gratuito no es una buena idea.
Noy señala ora idea importante: los peajes no solo deben montarse para financiar las infraestructuras y su mantenimiento, sino también para regular la movilidad. Lo de las tarifas pico y valle es un medio útil, pero hay más. Hace unos días estuve en Santiago de Chile y allí era frecuente que, en una autopista, sonase de repente un pitido: habíamos pasado con el coche o el taxi por un arco de peaje automático.

Sr. Argandoña:
El problema es quedarse con lo que dicen los medios de comunicación de masas que, en general, todos sirven a un que otro interés.
Como miembro activo de #novullpagar, estoy muy de acuerdo con Sònia.
Gracias a un hecho que empezó como una protesta en contra del agravio comparativo con el resto del Estado, se ha podido sacar a la luz la cantidad de trapos sucios que existen relacionados con el tema.
La empresa Abertis obtuvo el año pasado unos beneficios del 80%. Esta empresa supone un monopolio en el sector de las infrastructuras, ya que no hay alternativa viable en la mayoría de casos (por supuesto la solución no és hacer autovias o autopistas paralelas). Cabe recordar que las autopistas son públicas aunque su gestión sea privada. Por tanto aquí encontramos una connivencia entre Govern y empresa para explotar de forma abusiva unas infrastructuras públicas.
En cierto modo puedo entender que quien no utiliza las autopistas no quiera pagarlas con sus impuestos. Aunque podríamos extrapolar este pensamiento a otros ámbitos de los servicios públicos. Por qué si yo, por ejemplo, no quiero tener hijos tengo que pagar la enseñanza pública? Ni se me plantea. Además, que los jovenes estén bien formados, és bueno para todos. Lo mismo se podría aplicar a las autopistas en el sentido que favorecen la competitividad de las empresas y eso revierte en la sociedad.
Yo estaría a favor de pagar peaje por el importe necesario para su amortización (pagado hasta 50 veces en alguna autopista catalana) y para su mantenimiento. Seguramente en las autopistas amortizadas (la inmensa mayoría) el precio se reduciría en un 80-85%.
#novullpagar es un movimiento sin un liderazgo claro por ser una iniciativa surgida espontàneamente desde abajo. Los partidos se han podido unir o no, pero no pueden ocupar esa falta de liderazgo si no quieren que se les acuse de apropiarse de iniciativas ajenas. Por tanto, no és que la razón de la protesta no esté clara, si no que es dificil darla a conocer. También por los intereses que existen en contra.
De momento hemos conseguido dejar en evidencia todo esto que he expuesto y que, desde mi punto de vista, no es poco.
Sr. Argandoña,
Con todo mi respeto, me gustaría comentarle que no ha sabido percibir cuál es el debate real ni de la reivindicación que se está llevando a cabo estos días desde la plataforma #novullpagar
El debate no es si peajes si o peajes no. Ni es quién paga las autopistas que, por supuesto, no son gratuitas. El problema es a qué precio las estamos pagando, y si estamos pagando alguna cosa más a parte de las autopistas con los peajes en Catalunya.
Ni tan siquiera estoy en contra de las concesionarias que intentan maximizar la rentabilidad de sus inversiones. Podría discutir su comportamiento ético, pero ni tengo pruebas de sus acciones ni soy nadie para juzgarles. Simplemente diré que queda feo que ex dirigentes del gobierno catalán de CiU estén en el consejo de dirección de las concesionarias privadas, o que CiU tenga un crédito millonario con la misma entidad financiera que también controla la mayoría de concesiones en Catalunya, o que Abertis se gaste una morterada en publicidad en los principales medios de comunicación.
La reivindicación es en contra de nuestros dirigentes, pues se está demostrando que están más al servicio de las concesionarias que de los ciudadanos. ¿Ha calculado usted los beneficios de las concesionarias y por lo tanto pérdidas para la población que han supuesto los distintos acuerdos concesionarias-gobierno? ¿Y cómo explica que en Catalunya tengamos que pagar muchos más peajes que en España?
Le invito a que haga cuatro números y a que lea alguno de estos contratos (si los encuentra), y verá realmente que es lo que se está discutiendo.
Por cierto, soy miembro activo del movimiento #novullpagar, estoy corriendo el riesgo de una multa de 100€ por un peaje que vale 2€ y encima no puedo diversificar para minimizar el riesgo. Creo que lo estoy pagando caro, pero estoy convencida que vale la pena.
Gracias, Sónia. Me parece bien lo que dices, pero sospecho que no es esto lo que los medios de comunicación presentan sobre el movimiento «no vull pagar». Y si la razón de la protesta no está clara, no conseguiréis lo que dices que pedís.
Senyor Argandoña, espero que no us ofengui que us escrigui en català.
A mi em sembla prou clara quina és la reivindicació: deixar de pagar unes infraestructures que estan ja amortitzades i requetepagades.
Potser cal recordar que les empreses concessionàries gestionen, permeteu-me la redundància, la concessió temporal d’un bé que es troba ubicat en el país, però no són propietàres del territori que ocupen les autopistes.
I els «nostres» polítics ajornen la finalització de la concessió temporal en contra dels interessos dels ciutadans.
Paguem uns impostos per a tenir un ensenyament de qualitat, una sanitat moderna, eficient i excepcional, i unes infraestrucfures òptimes i segures. Aquestes autopistes ho són molt més que les carreteres nacionals i les autovies. I entre tots ja les hem pagat.
Quan agafem un tren tothom paga un bitllet, potser en classe turista o en preferent. No hi ha ningú que no el pagui. Però en l’Estat espanyol hi ha moltes persones que viatgen gratis. No és just.
Sabeu que deia ma mare? Que «o nos calentamos todos o damos una patada al brasero». Era extremenya.
Gràcies per deixar-me expressar la meva opinió.