¿Qué hacían la patronal y los sindicatos entre tanto?

Déjeme el lector dar un rodeo. Cuando leo que una empresa ha tenido no-sé-cuántos millones de pérdidas, pero que ya ha reaccionado procediendo el despido de no-sé-cuántos empleados, me pregunto siempre: ¿qué hacía entre tanto la dirección de la empresa? ¿No se había enterado de que tenía demasiados empleados y que la situación no se podría sostener? ¿Por qué se premia al director general por la decisión de despedir a los no necesarios, y no se le despide por no haberse dado cuenta antes de lo que pasaba?

Digo esto porque hace pocos días (el 24 de mayo) salió en la prensa la noticia de que la Generalitat de Catalunya se reunía con los sindicatos y las patronales para desbloquear los convenios colectivos que, de acuerdo con la reforma de febrero de 2012, deberían perder su validez.

La prensa decía también que «decenas de miles de trabajadores afectados por la vigencia de los convenios colectivos salieron ayer a la calle para manifestarse». Para manifestarse, ¿contra quien? Lógicamente, debía ser contra sus propios sindicatos, que no habían sabido, querido o podido defender sus derechos, negociando antes un convenio que, ahora, parece importantísimo, pero que se había dejado languidecer, en ocasiones durante años. Lo curioso es que, en la foto que acompañaba a la noticia, se veía la pancarta que presidía la manifestación de Lérida, con la frase «se quieren cargar la negociación colectiva». ¿Quién se la quiere cargar?

Moraleja: nuestro sistema de negociación colectiva está enfermo. Los sindicatos y las patronales no defienden los derechos de sus representantes, los trabajadores y los empleadores, sino algunos intereses de sus cúpulas, de las grandes empresas que controlan las patronales y de los representantes sindicales que descuidan sus deberes. Lo que ahora se intenta es devolver la vigencia a un sistema que está muerto y bien muerto, al menos a juzgar por sus resultados.

One thought on “¿Qué hacían la patronal y los sindicatos entre tanto?

  1. Esa mentalidad «de especie» se merece lo que le va a pasar si no cambia antes. Se pensaba que «especializarse» era lo correcto de esa época y lógicamente se debía a que lo que hacen las abejas, los osos, las marmotas, las águilas, etc.; es ejemplar para agentes libres como nosotros. El fruto de esa especialización fue especializarse en defender intereses de especie. Pero como la economía es libre, se hace cada vez más individual, personal y lo que viene primando es el “portafolio” personal. Estas y otras contradicciones surgirán cada vez más numerosas, mientras no se aprecie que la economía se fundamenta en cada uno, y que entre todos forjamos el bienestar general.

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