Es difícil entender a los que no piensan como yo…

Entiendo que esta entrada sonará mal a los oídos de los que piensan que los que no piensan como ellos están equivocados y, probablemente, actúan con malas intenciones. Pero me llamó la atención una entrada de Spiked Review (aquí, en inglés), un foro ultralibertario, en que hacen una entrevista a Arlie Hochschild. Arlie es definida como «socióloga en la Universidad de California, Berkeley, y autodeclarada feminista, liberal [en el sentido norteamericano del término, o sea, socialdemócrata o socialista, en el lado europeo del Atlántico] y alocada medioambientalista«. Ha publicado recientemente un libro titulado algo así como «Extranjeros en la propia patria: ira y luto en la derecha americana», en el que cuenta que se trasladó a vivir durante una temporada en un feudo de la derecha más ultra de los Estados Unidos, para tratar de entender cómo piensan y por qué. Su conclusión: Estados Unidos necesitan más empatía. Y me parece que esto vale también para otros entornos políticos, ideológicos, sociales y económicos.

Hochschild parte de la evidencia de una escalada en enfrentamientos, sentimientos negativos y falta de comunicación, en la izquierda y en la derecha: estaban encerrados en una burbuja. Ella se dirige, como es lógico, a sus correligionarios de la izquierda liberal, cuando les dice que «no puedes desechar a la mitad del país y seguir pensando que sigues un pensamiento interesante, importante y progresivo (…) Es contraproducente decir que las personas que no piensan como tú son racistas, ignorantes o que solo son unos fachas rurales y blancos» -y me parece que esto vale también para el otro lado del espectro.

Hochschild explica cómo, charlando con una mujer que podría ser el prototipo de quien piensa de una manera completamente distinta, llegó a la conclusión de que tenía que desconectar su sistema de alarmas y tratar de entenderle, cuando la otra persona llegó a la misma conclusión. Y dice que entonces entendió lo que podría ser la historia de los votantes de Trump:

Estás, dice, en la cola, mirando hacia lo alto de la colina, donde está el sueño americano. Llevas mucho tiempo esperando, y tienes la impresión de que ya va llegando tu hora. Pero entonces te das cuenta de que hay gente que se está saltando la cola. Son negros, que tienen acceso a los puestos de trabajo que antes eran para ti. Y mujeres, que ocupan los puestos de los hombres. Y hay inmigrantes, y refugiados… Incluso el pelícano empapado en petróleo en el accidente del Golfo de México de hace unos años se ha colado delante tuyo. Y la gente dice: Mira, los liberales ponen a los animales delante de las personas… Y luego ves que Obama es el que les dice que pasen delante tuyo en la cola. O sea, el gobierno federal es el instrumento de tu propia marginalización. Y entonces, uno de los que se ha colado te grita: ¡Calla, facha rural, atrasado! O sea, te sientes extranjero en tu propio país.

Hochschild dice que, al final, esa gente se siente degradada. Estaban orgullosos de ser trabajadores, blancos, varones, cristianos… y ahora les echan en cara todo eso. «La política de la identidad se ha cruzado en nuestro camino»: estaba pensada para la inclusión, pero pone el énfasis en lo que nos separa. «Es hora de que los liberales de izquierdas nos demos cuenta de que somos extranjeros en nuestra propia patria. Y de que somos, en alguna medida, responsables de esto. Porque no hemos hecho del partido demócrata un motor del cambio para la mayoría de los ciudadanos americanos».

No sé si algún escritor conservador ha hecho un esfuerzo para entender a los liberales de izquierda americanos. Entender lo que está pasando en ese país no debe ser fácil. Pero me gustaría sacar algunas conclusiones, al menos para mi propio entorno. Una: es muy lógico que levantemos barreras y pongamos alarmas ante los que piensan de manera distinta, pero aprendamos también a tratar de entenderles, que no significa que seamos traidores a nuestras ideas. Dos: los hombres y las sociedades somos complejos, de modo que no hay una sola manera de entendernos. Tres: desarrollemos un sano espíritu crítico hacia nuestras propias «verdades». Lo que no es fácil, porque, a menudo, nuestras verdades están montadas sobre visiones parciales, actitudes cómodas, estereotipos… 

2 thoughts on “Es difícil entender a los que no piensan como yo…

  1. Fantástico todo el planteamiento, tan real y, en gran parte, tan positivo, porque facilita la comprensión del mundo en que vivimos y entre las personas que lo componemos. Ojalá seamos capaces de aletear a nuestro alrededor un clima de respeto y de sensibilidad abierta. Enriquecer la propia opinión con otras es una manifestación bastante sensata de humanidad y de cultura.
    Muchas gracias!!!!!!!

  2. Excelente artículo.
    En especial para quienes nos ha tocado vivir la realidad de un país completamente dividido y las vías de conciliación parecen tan intransitables que ni el propio Papa Francisco ha podido lograr un acercamiento entre las partes. Mientras la situación, económica, salud, educación, derechos humanos, seguridad, libertad de prensa y presos políticos…etc. empeoran cada día.

    Muchas gracias profesor Argandoña.

    Jao.
    Caracas-Venezuela

Comments are closed.