Un bienhechor de la sociedad

¿Lo conocéis? Se llamaba John Bogle. Seguramente no os suena. John Clifton Bogle, Jack para los amigos (yo no lo conocía, o sea que no puedo llamarme amigo suyo) fue un financiero, fundador de Vanguard, el fondo mutuo gigantesco, con 5,3 trillones (americanos, billones, o sea, millones de millones, a este lado del Atlántico) de dólares y 20 millones de inversores en 170 países. Alguno lo descalificará como pérfido capitalista. Pero hizo alguna cosa buena, y esto seguramente se lo tendrán en cuenta a la hora de presentar la instancia de acceso a la gloria celestial; falleció hace unos días. Por eso me parece oportuno recordarle.

Lo bueno que hizo es «inventar» el índice. El índice bursátil, claro. No lo inventó él, pero descubrió que un fondo podía hacer una gestión sencilla y eficaz del dinero de muchas personas, siguiendo de cerca el índice de la bolsa o del conjunto de valores de que se trate. Es sencillo: lo ha aprendido a hacer incluso un ordenador, o sea, con bajos costes laborales. En 2017, el coste de la gestión de su fondo era el 0,11%, frente al 0,52% del promedio de fondos y ETFs, según Morningstar. Si hay cerca de ti un fondo con un coste muy bajo, o sea, con unas comisiones muy bajas, llevarás tu dinero a él, salvo que otro fondo más caro te ofrezca una rentabilidad bastante más alta. O sea, el señor Bogle hizo bajar las comisiones de sus competidores, sin necesidad de cambiar la regulación.

Hoy quería hablar de él, después de haber dedicado unos cuantos párrafos a tratar de los problemas éticos en las finanzas, para hacer notar que nada está escrito, que todo depende de nosotros, los humanos, de nuestra buena voluntad: en el caso del señor Bogle, para hacer algo que, claro, es un buen negocio para su fondo, pero es, sobre todo, un buen negocio para millones de inversores en todo el mundo. O mejor: es buen negocio para el fondo porque lo es para sus clientes. Algo que, lamentablemente, no está en la mente de muchos financieros…

Pero que quede claro que lo que alabo no es la estrategia que Bogle propuso. Lo mejor para un pequeño inversor es, probablemente, seguir al mercado y no intentar ganarle. Pero, com0 Robert Shiller, el premio Nobel de Economía, reconocía días después del fallecimiento de Bogle, si todo el mundo sigue al mercado, es decir, a todo el mundo, el barco no tiene rumbo. Alguien tiene que tomar decisiones. O sea, es lógico que haya fondos que actúen con otra lógica y, si tienen éxito, que el mercado les siga. Tampoco quiero aplaudir la idea de que Vanguard sea un conjunto de fondos que no buscan el beneficio: es legítimo buscarlo. Lo que me gusta de Bogle es su idea de bajar los costes de invertir, para que todos salgan ganando: pensar en lo mejor, no para mí, ni siquiera para mis clientes, sino para todo el mercado.