Fukuyama y las motivaciones

Francis Fukuyama, el del fin de la historia, ha escrito un libro titulado «Identidad» (traducido por editorial Deusto). Uno no tiene por qué estar de acuerdo con todo lo que dice (yo tampoco lo estoy), pero sí puede ponerse a pensar sobre lo que dice. Fukuyama se preocupa por los conflictos sociales y políticos que vemos hoy en día. ¿Se deben al dinero? No siempre, dice. Hay algo que es importante, a la hora de explicar esos sucesos, y que no consiste solo, ni principalmente, en que alguien sale perdiendo, sino en que alguien no se siente bien tratado: alguien cuya «identidad» no ha sido respetada.

Por identidad Fukuyama entiende algo interno, un «yo interno» que tiene su valor, su dignidad, y que se espera que se le reconozca. La sociedad actual da un gran valor precisamente a esa identidad (me parece que forma parte de la deriva individualista). Si la policía dispara contra un ladrón negro, esto se ve no solo como el daño a una persona, sino como una agresión a su identidad racial, que es también a la de los demás de esa misma raza y, en general, a la de todos los que no sean de la raza de los policías, o sea, blancos.

Fukuyama explica, en el capítulo 2, lo que dice la teoría económica sobre cómo somos los seres humanos. No somos simplemente maximizadores de una utilidad centrada en el bienestar material. Explica que hay gente que está dispuesta a morir por los demás, echándose a las ruedas de un tren para sacar a un niño que ha caído allí, o atándose una bomba al pecho y haciéndola explosionar en un objetivo determinado. No hay interés personal ahí, dice, al menos en el sentido que decimos los economistas. Hay, sí, preferencias, que pueden ser altruistas o egoístas, pero en un sentido más amplio que el de la teoría económica. Hay, dice, críticas abundantes a esa teoría, basadas en evidencias empíricas: la gente no siempre hace aquello que consideramos que debería hacer, lo que es «racional». Pero no tenemos una teoría alternativa.

Fukuyama acude a Platón para explicar que se mueve a veces por el deseo (tengo sed, quiero beber) y por la razón (pero no debo beber de esta charca, porque estará contaminada y contraeré una enfermedad). Pero añade otra cosa: nos movemos por lo que consideramos que tiene valor: estoy dispuesto a dar la vida por aquel niño o por aquella causa, y me avergonzaré si alguien me considera cobarde porque no lo hago. Y esos valores a veces los formulamos nosotros (no hace falta que alguien nos diga qué hemos de hacer cuando tenemos sed), y otras veces los formulan los otros (debes estar dispuesto a morir por un niño o por una causa).

Dignidad, estima, igualdad, reconocimiento… Lo que vemos en nuestros días es que hay grupos de personas que reivindican ese reconocimiento, esa igualdad, y eso es lo que explica, según Fukuyama, el malestar que inunda hoy nuestra sociedad. Los que conocemos la teoría de las motivaciones de Pérez López, encontramos las tres que él mencionaba: la extrínseca (el dinero, pero no solo el dinero, sino las demás cosas que vienen de los demás, en positivo, como el reconocimiento y, en negativo, como el desprecio o el maltrato), la intrínseca (la que tiene lugar en el mismo agente: lo que aprende, por ejemplo, o la satisfacción que le proporciona lo que hace, pero también la irritación por sentirse maltratado, o sea, la repercusión interna de lo que ve que los otros le hacen), y, finalmente, la trascendente (que es la que nos mueve a actuar por los demás: y aquí vendría el tirarse a la ruedas del tren o atarse la bomba al pecho, a no ser que esto lo hagamos por quedar bien…).

4 thoughts on “Fukuyama y las motivaciones

  1. Saludos desde Cataluña profesor, lo acostumbro a seguir y leer siempre que puedo, y como siempre nunca deja de sorprenderme con sus artículos tan enriquecedores. Aunque aquí también estamos pasando por situaciones algo complejas por el hecho del juicio de presos políticos, me alegra el hecho de poder ver que usted continua subiendo contenido continuamente en su blog particular.

  2. Saludo desde venezuela profesor, lo admiro mucho estamos pasando por situaciones complicadas en este pais y me alegra saber que sigue publicando contenido continuamente.

  3. Saludos desde Barranquilla, Colombia, Sur América. Me interesa el tema de “confianza” dado que trabajo para la Corporación PEP cuya promesa de valor es “contribuir a la formación de Ciudadanos Confiables. ¿Donde puedo leer sus artículos relacionados con este tema?

  4. Estimado profesor: otra vez citando a Polo (porque creo que dice mejor las cosas de lo que yo puedo hacer): «las virtudes y las operaciones inmanentes son fines de las acciones corpóreo-prácticas» y antes ha dicho: «si un nivel de apropiación es menos íntimo o menos intenso que otro, tiene carácter de medio respecto de ese otro. Por tanto, el nivel de la economía es el nivel de los medios: en él no hay más que medios; los fines están más arriba» y en la respectiva nota dice: «el enlace de los dos niveles es el acto de trabajar». Y antes aún, comenta: «la capacidad de tener es justamente lo diferencial del hombre; esa diferencia humana se establece en tres niveles […] El nivel inferior es el nivel corpóreo-práctico; el nivel intermedio es lo que se suele llamar operación inmanente. La noción de inmanencia señala la intensidad de la posesión res-pecto de la corpóreo-práctica (que no es inmanente). Por último, está la capacidad de la naturaleza humana de tener intrínsecamente una perfección: la virtud. La virtud es lo tenido intrínsecamente por la naturaleza humana. Ahora podemos dar un poco más. En la medida en que un nivel es más perfecto que otro, existe una relación de subordinación tal que el inferior tiene carácter de medio respecto del superior, y el superior es fin respecto del inferior» que, no es por mkt mi libro, yo resumo diciendo que hay tres vocaciones. Como usted me dijo una vez: «hay que leer más a Polo». Las citas son de Tener y Dar que está en el libro La Originalidad de la Concepción Xna de la Existencia.
    Y aparte, justamente la identidad adolece de motivación trascendente que no solo nos mueve a actuar por los demás, sino a «hacer lo que creemos nos hace mejores al actuar por los demás»

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