Relanzar la empresa para recuperar el legado familiar, innovar para mantenerla competitiva o reinventarla para revitalizar el negocio y adaptarla a las nuevas generaciones. Son tres formas que tiene la empresa familiar de resurgir, cual Ave Fénix.
La incorporación de las nuevas generaciones a la empresa familiar es como un soplo de aire fresco para el negocio, pues los más jóvenes pueden aportar nuevas ideas que ayuden a revitalizar la empresa. Es lógico, además, que cada nueva generación quiera hacer suyo el proyecto empresarial. Siempre que los cambios se hagan de forma meditada y consensuada, y estén alineados con los valores de la familia hacia la empresa, pueden resultar positivos para el negocio e incluso hacerlo crecer.
Por ejemplo, la combinación de la tradición artesana y la más moderna tecnología permiten que Whitechapel Bell Foundry siga construyendo las campanas más famosas del mundo, desde que se fundara en 1570. Las campanas de la Abadía de Westminster, las de la Catedral de St. Paul y el Big Ben siguen sonando con la misma precisión varios siglos después de su construcción, y todas comparten el sello de calidad de Whitechapel Bell.
«Algunas llevan funcionando, al menos, una vez al día desde hace 400 años sin fallo alguno», explica Alan Hughes, el responsable actual de la compañía, en Expansión. La fundición ha sido propiedad de la familia Hughes desde 1904. Antes perteneció a Alfred Lawson, a la familia Mears y a Robert Mot, como explican en la página web de la fundición.
En esta empresa, oficio e innovación van de la mano. Hughes explica que cuando se reúne con sus clientes en cualquier parte del mundo, siempre lleva consigo el sonido de sus campanas, gracias a su teléfono móvil. “La calidad de los audios es impresionante” y le permite acercar su producto a los clientes, algo que de otra forma sería impensable, teniendo en cuenta la actividad de la empresa.
Renovarse o morir, pero sin perder de vista la misión, como apunté en el último post, y en línea con la visión de la empresa, que debe servir de guía para el negocio y también para las nuevas generaciones que se incorporan a él. Visión que cada generación debe hacer propia o hacer las oportunas adaptaciones.
La visión representa el futuro perfecto del propósito de la familia empresaria, así pues no es de extrañar que pueda y deba evolucionar con el devenir de las generaciones. De la misma manera que cambiarán las inquietudes de los miembros de la familia respecto al negocio, debe cambiar la visión de la empresa, que no es más que la proyección de esos deseos.
Seguramente, a lo largo de un siglo al frente de Whitechapel Bell Foundry, la familia Hughes se habrá preguntado en más de una ocasión cómo ve la empresa dentro de 25 años. Y, seguramente, la respuesta no fuera la misma en 1904 que en 2014. Poco podían intuir a principios del siglo XX que solo unas décadas más tarde podrían llevar el sonido de sus campanas en la palma de la mano. No obstante, la necesidad que cubren sigue siendo la misma que cuando la fundición de creó en el siglo XVI: construir campanas precisas y de gran calidad.
Regenerarse no significa desaparecer, sino dar vida de nuevo. Y si el proceso de regeneración de la empresa familiar se hace teniendo bien presentes los valores y la misión de la familia empresaria, el resultado puede ser la clave para que el proyecto común tenga una salud de hierro y muchos años después siga sonando igual de bien y con la misma precisión que el Big Ben.
Sin duda un articulo brillante, sin embargo el primer párrafo es sin duda alguna para enmarcar.
Resalto la parte de «Reinventarla para revitalizar el negocio y adaptarla a las nuevas generaciones»