Iniciamos hoy una serie de posts sobre continuidad y sucesión. Es un tema del que hemos hablado largo y tendido en el blog, pero que siempre se puede explorar desde una nueva perspectiva.
La sucesión no es un evento, sino un proceso. Como tal, debería planificarse adecuadamente y con tiempo. Muchas veces, se pone el foco en el sucesor, que por supuesto tiene un papel relevante, pero no es el único protagonista a tener en cuenta: también la empresa, la familia y el predecesor son clave para que la sucesión se complete con éxito.
Como explicamos en el libro Sí, quiero. El compromiso de la familia empresaria, no se puede iniciar el proceso de sucesión sin la voluntad del predecesor y su predisposición de retirarse. Si quien ha de dejar paso a la próxima generación no está dispuesto a hacerlo, estaremos navegando en un mar lleno de turbulencias en el que incluso puede haber riesgo de naufragio.
Siguiendo con el símil del navegante, para que el proceso de sucesión llegue a buen puerto es útil, incluso diría que imprescindible, detenerse un instante y tratar de conocer al predecesor. Su personalidad y su carácter serán determinantes a la hora de definir el rumbo, igual que lo es el del capitán del barco que da instrucciones al timonel.
En mis clases, a menudo propongo analizar el tipo de predecesor siguiendo los patrones de comportamoiento de un CEO ante el retiro que expone Jeffrey Sonnenfeld en su libro The Hero’s Farewell: What Happens When CEOs Retire. Según este autor, todo líder en el momento de su retiro, responde principalmente a uno de estos patrones: general, gobernador, monarca o embajador. Enfatizo el “principalmente”, pues lo habitual es que una persona combine rasgos de varios perfiles, pero que se identifique más con uno de ellos.
Los líderes con perfil de general son disciplinados y tienen un profundo sentido del deber. Entienden que la sucesión es inevitable y la aceptan con resignación, aunque como buenos servidores de su empresa, se mantienen al pie del cañón por si algún día requieren de nuevo sus servicios. Los gobernadores necesitan estar ocupados en algo que les ilusione, quieren estar al frente de un proyecto, por eso solo se desvincularán de su cargo si se les ofrece una nueva responsabilidad, dentro o fuera de la empresa familiar.
Los monarcas se identifican totalmente con su reino, que es la empresa, y no están dispuestos a abdicar. Se aferran al poder hasta tal punto que dificultan el proceso de sucesión, pues nunca llegan a desvincularse totalmente de su cargo. El predecesor con perfil del embajador es el que todo sucesor desearía encontrarse. Como buenos diplomáticos, estos líderes saben que el proyecto está por encima de las personas y que su mejor legado consiste en velar por la correcta continuidad de la empresa. Por eso no solo se preparan para la sucesión, sino que acompañan al sucesor durante el relevo.
Otro autor, el doctor Bartolomé Freire en el libro La jubilación, una nueva oportunidad, propone otra clasificación para las personas que se enfrentan a su retiro: atareados, disfrutadores, sosegados, exploradores y desenfocados. Hablaré de estos cinco patrones en los próximos posts.