“Cuando montas un negocio tienes que tomar una decisión: ¿quiero ser empresario para sacar a mi familia adelante o para dejar una marca a la siguiente generación?”. Estas palabras de Fructuoso López, fundador y presidente de Joma, en Expansión, nos recuerdan lo importante que es tener claro qué tipo de empresa familiar se desea ser.
¿Queremos ser una empresa de trabajo familiar, de dirección familiar, de gobierno familiar o una empresa familiar de inversión? La elección dependerá de los deseos de la familia propietaria y de la vinculación que se establezca entre los miembros de la familia y la empresa.
Cuando Fructuoso López empezó a fabricar calzado deportivo tuvo claro que quería construir un legado para las siguientes generaciones. En la entrevista antes citada explica que “cuando ves a un padre que le gusta su negocio, los hijos lo perciben. Se lo he debido de transmitir bien porque ellos están tan ilusionados como yo”. De hecho, hoy sigue al mando de la empresa junto a cinco de sus seis hijos. Comenta que les han querido comprar la empresa muchas veces, “pero sin Joma no seríamos nadie. Mientras yo esté, y creo que con mis hijos también, Joma será familiar”. En este caso, la implicación de la familia en el negocio es total.
¿Cómo se consigue implicar a los miembros de la siguiente generación en la empresa? Fructuoso explica que, en Joma, como al principio tenían su vivienda encima de la fábrica, sus hijos bajaban a jugar entre las cajas de cartón. Pero ¿qué pasa cuando no es así o cuándo la empresa no está en las primeras generaciones? Hay que encontrar mecanismos para que los más jóvenes conozcan el proyecto empresarial y puedan involucrarse en la medida de sus deseos. Este es uno de los aspectos que analiza el chequeo de la salud de la empresa familiar.
Es importante desarrollar un sentido de propiedad psicológica fuerte entre los miembros de la siguiente generación, pues esto se traducirá en un vínculo positivo con la empresa. Para fomentar esta identificación puede ayudar pasar tiempo con aquellos miembros de la empresa familiar que están en primera línea, para que conozcan de primera mano el negocio. También es recomendable ofrecer actividades de verano o prácticas que permitan a los más jóvenes una socialización informal con la empresa desde una edad temprana.
En cualquier caso, siempre se ha de respetar la vocación de cada miembro de la familia, que puede estar dentro o fuera de la empresa familiar. A la hora de valorar el grado de implicación en el negocio, es importante también que los jóvenes tengan claros los criterios que regulan el acceso a la empresa. De ello hablaré en mi próximo post.
A nosotros nos ocurre lo mismo. Es muy bonito poder dejar como legado a las próximas generaciones una empresa que pasa de abuelos a padres y de padres a hijos.