Cuando una persona está decidida a conseguir algo, encuentra la manera de lograrlo, incluso si se trata de algo complicado como podría ser, por ejemplo, el proceso de sucesión en la empresa familiar.
Hoy os propongo analizar la figura del predecesor siguiendo las categorías que presenta el psiquiatra Bartolomé Freire en La jubilación, una nueva oportunidad (Editorial LID). Aunque el libro de Freire se centra en la jubilación en general, los patrones que el Dr. Freire define son perfectamente aplicables al ámbito de la empresa familiar y pueden resultar muy útiles para entender a quien dejará una ocupación y una posición que han sido dos de las cosas más importantes en su vida.
El relevo supone un proceso de cambio que el predecesor debería empezar a interiorizar mucho antes de que llegue el momento de llevarlo a cabo, para así llegar preparado y evitar frustraciones. Es importante que entienda que dar paso a la siguiente generación no significa pasar a la inactividad total, sino que puede suponer el inicio del desarrollo de otras actividades.
Como explica Freire en su libro, la jubilación es una página en blanco que cada persona debe escribir. El autor identifica cinco estrategias para enfrentarse a esa página en blanco. Cada una representa una manera de responder a los retos y oportunidades que plantea esta nueva etapa. Por supuesto, como en toda clasificación, no está formada por compartimentos estancos, sino que las modalidades tienen límites porosos, se solapan y no son excluyentes. Cada persona se sentirá más identificada con uno de los perfiles propuestos, aunque combine características de varios.
Para definir las cinco categorías: atareados, disfrutadores, sosegados, exploradores y desenfocados, Freire entrevistó a 150 personas jubiladas. Hoy conoceremos a los atareados y a los disfrutadores, y en el próximo post presentaré los otros tres perfiles.
Los atareados son aquellos que deciden buscar una ocupación a la que dedicar su tiempo. Esta dedicación puede consistir en continuar vinculados a su trabajo anterior o en buscar nuevos proyectos en los que puedan poner en práctica sus conocimientos, aportar sus capacidades aprovechando su experiencia. Necesitan estar activos porque la ocupación es lo que da sentido a sus vidas, por eso evitan el tiempo ocioso. Creen en el valor del trabajo y les gusta sentirse útiles. Es tal su deseo de actividad que no suelen tomarse un descanso entre su trabajo y la jubilación, sino que prefieren encadenar una cosa con la otra para evitar tiempos muertos.
En la empresa familiar, un predecesor con perfil atareado podría actuar como mentor del sucesor. Esta recomendación no está exenta de riesgos, especialmente la cuestión de si el predecesor será realmente capaz de dejar hacer en lugar de hacer personalmente. De hecho, la sucesión puede ir precedida de una etapa de cohabitación entre predecesor y sucesor, lo que permite hacer un traspaso ordenado y evita los cambios bruscos. Ayudar en los órganos de familia es una muy buena oportunidad.
Los disfrutadores disfrutan, valga la redundancia, de las oportunidades de actividad y ocio que les brinda la nueva etapa. Les gusta improvisar y rechazan planes y horarios fijos. Conciben la jubilación como una época idónea para satisfacer sus deseos postergados y embarcarse en nuevas aventuras. “Hago lo que me apetece cuando me apetece” sería su leit motiv. En la empresa familiar, un líder disfrutador podría ver en la sucesión la oportunidad de disfrutar de un tiempo que antes no tuvo y dedicar más atención a la familia, las amistades y a sus aficiones, aspectos que ya valoraba cuando estaba inmerso en los quehaceres de la empresa, pero a los que no podía dedicarse tanto como le hubiera gustado.
En el próximo post completaremos la clasificación de Freire conociendo a los sosegados, los exploradores y los desenfocados.