Cuando conozco una familia empresaria, al inicio suelo preguntar por sus valores.
Salvo en una ocasión que, como respuesta a mi pregunta, me mostraron su cartera de valores bursátiles –lógicamente tuvimos que reorientar la conversación– la mayoría de las familias me relatan sus valores personales y los que comparten como familia.
Me ha llamado la atención que las empresas familiares que avanzan con éxito de generación en generación, además de otros valores recurrentes como la honestidad y el esfuerzo, suelen mencionar la familia como un valor en sí mismo.
Sentido de pertenencia, identidad y seguridad afectiva
Profundizando con este tipo de familias observo que más allá de ver su familia en relación con sus lazos de sangre y convivencia, para ellos la familia constituye una dimensión más amplia.
Le dan un carácter institucional que incorpora sentido de pertenencia, identidad y seguridad afectiva. Estas familias incorporan además valores como el afecto, la solidaridad, el respeto y la responsabilidad. Como el poeta norteamericano Haniel Long ya indicó:
«Gran parte de lo mejor que hay en nosotros está ligado a nuestro amor a la familia, que sigue siendo la medida de nuestra estabilidad porque mide nuestro sentido de la lealtad. Todos los otros pactos de amor o temor derivan de ella y se modelan sobre ella”.
La calidad y el afecto en la dinámica familiar
Estas familias dedican tiempo de calidad y recursos a organizarse para acompañar a sus miembros y cuidarse como familia, gestionando los aspectos necesarios para asegurar la calidad y afecto en sus relaciones interpersonales.
La cultura familiar, la base de la cultura corporativa
Realizando un análisis DAFO de estas familias empresarias, podemos identificar y situar perfectamente la propia familia como una gran fortaleza y oportunidad para sus empresas.
La cultura familiar impregna la cultura de sus empresas creando climas laborales estables, relaciones basadas en la confianza y el respeto, así como, prácticas de gestión que dan prioridad no sólo a los resultados económicos sino también al bienestar humano y social de su entorno.
Estas familias entendidas como un valor son mucho más que una estructura social: son el ámbito básico donde se construyen los cimientos de la persona.
Y, además, en el caso de las familias empresarias, su influencia asegura la continuidad de las empresas, trascendiendo generaciones y contribuyendo al bienestar colectivo.
Por tanto, cuidemos mucho a las familias empresarias, desde dentro y desde fuera. Es una gran inversión que nos asegura educación, solidaridad y progreso.