Leí hace muchos años una noticia sobre las conversaciones entre negociadores palestinos y judíos, durante una de las muchas crisis entre ambas comunidades. No guardé la referencia, o sea que no puedo dar fe de la anécdota. Pero la recuerdo así. Una conversación entre ambas partes:
- «No me llamaste la semana pasada, cuando pusisteis una bomba cerca de la escuela a la que va mi hija, para preguntarme si estaba bien».
- «Pues tú tampoco me llamaste cuando la matanza en el supermercado al que sabías que solía ir mi esposa a comprar».
Lo de menos es el contenido de la conversación, que, claro, no es literal, ni de lejos. Lo importante es que había negociaciones más o menos permanentes, entre personas que se conocían, y casi diría que se habían hecho medio-amigos, a fuerza de sentarse en la misma mesa.
En este país tenemos ya manifestaciones improvisadas reclamando todo tipo de reivindicaciones, fuera del ámbito de los partidos, de los gobiernos, de las patronales y los sindicatos, de las asociaciones civiles,… Porque no hay diálogo. Y los medios de comunicación no crean diálogo, sino enfrentamiento. Y la sociedad civil, haciendo la siesta.
«Y tú, ¿qué haces?», me pregunta el lector. Yo le pregunto también a él: «¿Qué haces tú?» A lo mejor tendríamos que pensar si podemos hacer algo más,…