Hoy voy a criticar a mis colegas economistas. Hace unos meses, la prensa española anunciaba que «la economía hace acto de presencia en los institutos»: 200 alumnos de tercero de ESO empezaban en la provincia de Barcelona un curso de 10 horas sobre «alfabetización financiera», dándole la misma importancia que a los cursos de educación vial o higiénica.
Felicidades a mis colegas por su inventiva para encontrar puestos de trabajo adicionales. Lamentablemente, no me parece una buena decisión, desde el punto de vista económico. La ciencia que tratamos de explicar no consiste en utilizar recursos escasos para hacer cosas que nos parezcan interesantes, sino para hacer cosas que maximicen el rendimiento social de los recursos empleados. No me cabe duda de que los alumnos entenderán, después del curso, la diferencia entre una tarjeta de crédito y una de débito. Pero me quedan serias dudas sobre si ése es el mejor uso de los recursos, tan escasos, de nuestro sistema educativo. O sea, si una hora dedicada a explicar cómo funciona un banco es preferible a una hora dedicada a las matemáticas o la lengua. Claro que los chicos y chicas lo pasarán mejor discutiendo cómo funciona una hipoteca, pero, ¿no estaremos contribuyendo a hacer de nuestro sistema educativo un formidable patio de juego?
Muy interesante.
Si me permite haré una humilde crítica de la crítica.
Creo que una sana educación económico-financiera es vital. Ojalá me hubieran enseñado a temprana edad el drama de la escasez, la importancia del ahorro y la inversión, la relación entre oportunidad y temporalidad, la subsidiariedad activa, que la actividad económica no es un juego de suma cero, que sólo hay crecimiento con respeto a las reglas de juego, libertad e inversión responsables, etc., etc.
El problema es que me temo que muy probablemente estos niños sean introducidos en tecnicismos y en un crony capitalism que difícilmente les aporte algo más que meros tecnicismos con escasa relación vital para informar su toma de decisiones.
Gracias, Mario. Lo que tú reclamas es un buen curso sobre cómo hacer pensar a la gente, sobre cómo es la acción humana, sobre qué significa vivir en sociedad (en una sociedad con escasez), etc. Lo que les van a enseñar a estos chicos es qué es un cheque, cómo se paga una hipoteca y cosas así. Como diría Ortega, «no es eso».