En la sesión de ayer del Programa Enfocado «Making Social Responsibility Work» del IESE, salió a discusión el tema del perfil del Director de RSC (o la persona responsable de la RSC, sea cual sea su nombre). Uno de los participantes, Lucas Willemyns, Director of Responsible and Engaged Bank Platform de BNP Paribas Fortis, en Bélgica, hizo una aportación que me hizo pensar. Dijo que el responsable de RSC debía ser un directivo senior, veterano, porque debe tener autoridad y reconocimiento en la compañía (las cosas de RSC no se consiguen por la vía del mandato, sino por la del consenso, la negociación y el convencimiento). Y, además, porque ya no le mueve tanto la búsqueda de la remuneración y la carrera, que pueden desviar a un director joven de las buenas prácticas de la RSC.
Me pareció una buena idea. Comentándola con él hace un rato, en el desayuno, me decía que algunos de los participantes en el Programa son directivos jóvenes, y que su comentario quizás les pudo parecer inoportuno. Esto me ha llevado a una reflexión. En empresas grandes, con directivos veteranos, el responsable de RSC debe ser, probablemente, el senior que él sugería. Pero si el Director General o el Consejero Delegado es persona muy comprometida con la RSC y lleva esos asuntos de manera muy personal, el Director de RSC puede ser un junior, porque todos entenderán que no habla él, sino su jefe. Aunque no estoy muy seguro de esto, porque nunca es bueno que el director de RSC se sienta como «la voz de su amo», y sepa que le escuchan por respeto a su jefe, y no a él mismo.
Una excepción puede ser una empresa joven, recién comenzada, con directivos jóvenes, en la que no hay seniors consolidados. En este caso, quizás convenga que el Director de RSC sea, sobre todo, convencido, ilusionado y animante, porque este será, probablemente, el lenguaje que mejor entiendan sus colegas. En todo caso, al lado del responsable senior de RSC pueden estar otros directivos junior, que aprendan de él.