Hoy he conocido «La casa de los Xuklis», una empresa social (término que, con razón, no le gusta a Albert Latorre, su promotor) que ofrece una agradable entorno a las familias con niños con cáncer, que tienen que pasar temporadas más o menos largas en Barcelona mientras duran los tratamientos de sus hijos. Me ha encantado, desde el punto de vista organizativo, artístico, económico y humano.
A Albert Latorre no le gusta el término «emprendedor social», porque la distinción entre un emprendedor económico y otro social es arbitraria y artificial. Mientras sigamos diciendo que la empresa es «económica», la responsabilidad social será un añadido a «lo demás» que hace la empresa. Se convertirá, así, en la financiadora de las actividades sociales,… si la crisis lo permite, si hay fondos, si la dirección de la empresa lo entiende,…
Estoy de acuerdo con él en que hay que hablar de un largo listado de responsabilidades de la empresa, algunas económicas (que sí, que hay que ser eficiente y ganar dinero, para asegurar la continuidad, la expansión y la atracción de los capitales que necesita), otras éticas, sociales, políticas, culturales,… Porque la empresa es un ente económico (claro), ético (clarísimo), social (¿quién lo duda?), político, cultural,…