Prohibido vender fuera

Aprecio mucho la buena voluntad de la gente, pero cada vez me da más miedo. Pondré un ejemplo. Hace un par de meses leí el título de un artículo breve, muy breve, y me picó la curiosidad. Se llama «Venta local. La próxima etapa lógica» (verlo aquí, en inglés; se supone que la revista que lo publica es seria; por lo menos no lo es la editorial). La tesis muestra muy buena voluntad: hay una campaña para comprar productos locales, que ahorran energía, permiten un mejor ajuste de la oferta y la demanda y favorecen el contacto personal. Hasta aquí, fenomenal.

Lástima, dicen los autores del artículo, que la gente no hace caso, porque no se dejan convencer «de la bondad esencial de comprar local», una tarea difícil porque «frecuentemente los consumidores no se dan cuenta de que sus deseos y preferencias han sido manipulados por el rapaz ‘mercado de masas’ y la industria de la publicidad que lo hace posible». Y viene la propuesta: si los consumidores no se dan cuenta, lo mejor es que las autoridades prohiban vender en otra localidad, prohibiendo, concretamente, el transporte de mercancías a otros pueblos y ciudades. En definitiva, dicen los autores, la Constitución (norteamericana) prohibe impedir las importaciones, pero no las exportaciones.

Me imagino comprando en Barcelona lechugas plantadas en las terrazas de Barcelona, porque, claro, las de fuera no vendrán. ¿Electricidad? No, por favor, que viene de lejos. ¿Petróleo? ¡Oh, no, hay que prohibirlo! ¿Alguien se ha preguntado cuál sería nuestro nivel de vida si viviésemos en la economía de subsistencia de hace unos cuantos milenios?

Cuando alguien necesita prohibir una práctica que está en la base de la prosperidad, más aún, de la supervivencia de millones de personas, me temo que la idea no debe ser muy buena. Conclusión: una ética que solo puede florecer mediante prohibiciones legales no es buena ética. Las recomendaciones morales deben ser, ante todo, racionales, es decir, inteligibles por todos.   

 

5 thoughts on “Prohibido vender fuera

  1. Profesor Argandoña,
    Coincido con su reflexión, en el fondo nos gusta muy poco la competencia y parece que especialmente en estos momentos queramos volver a la autarquía y al proteccionismo aislados, lo malo es que va cuajando este comportamiento.
    Saludos

  2. Profesor Argandoña,
    Coincido con su reflexión, en el fondo nos gusta muy poco la competencia y parece que especialmente en estos momentos queramos volver a la autarquía y al proteccionismo aislados, lo malo es que va cuajando este comportamiento.
    Saludos
    usbiat

  3. El articulo al que mencionas se refiere a comprar local para evitar la deslocalización.
    Porque ¿como competir en costes laborales frente a paises en los que los trabajadores estan en unas condiciones de semiesclavitud?.
    No es tanto prohibir, como regular. Y ciertas practicas deben ser reguladas mediantes mecanismos compensatorios.
    No es cuestión, evidentemente, de impedir el transporte pero sí establecer tasas y aranceles que permitan competir a los locales en igualdad de condiciones.

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