Christopher Caldwell publicó el pasado día 3 un artículo en el Financial Times edición impresa, titulado «Un incentivo no es un premio, es un ejercicio de poder» (no lo he encontrado en el FT digital). Dice cosas muy buenas, comentando un libro de Ruth Grant, titulado «Strings Attached: Untangling the Ethics of Incentives»; las resumo brevemente.
- Si creas incentivos solo para obtener resultados, tendrás resultados… o no. Y, seguro, tendrás efectos perversos, que no esperabas. Pone varios ejemplos, como el de los gobiernos locales que fijan objetivos de multas a sus policías de tráfico: no mejorarán la seguridad, pero enseñarán a los policías a multar de manera injusta.
- Los incentivos son perversos cuando llevan a violar la libertad y la dignidad de las personas, cuando «ofrecen a los políticos un modo para llevar a la gente en manada, aparentando que actúan con libertad». Recuerdo una frase de Kenneth Andrews, un conocido profesor de la Harvard Business School: al final, decía, la gente hace aquello para lo que le pagan.
- Caldwell pone a los incentivos a medio camino entre la coacción y la persuasión, y señala que los incentivos tienen mucho de la primera, del ejercicio del poder del que habla el título del artículo. «Incentivar no es solo la alternativa de mercado a la coacción. Es tambien la alternativa a la persuasión para la gente que tiene poder».
- «Un incentivo no es un premio, algo que puede ser justo o injusto. Es solo una instigación hedónica».
- «Los incentivos son éticos cuando sirven a un objetivo legítimo, son voluntarios y no perjudican las virtudes de las personas a las que se aplican». No habla de virtudes, sino de «character», pero me parece que mi traducción refleja mejor lo que queremos decir en español: las cualidades morales que una persona adquiere. Si los incentivos deterioran esto, son inmorales (como los de los objetivos de multas a los policías).
- Su conclusión es pesimista. «La mayoría de los incentivos de los gobiernos no pasan ese test». Menciona el caso de estudiantes a los que pagan si sacan buenas notas: obligan a poner cada vez más incentivos, con lo que al final hay que pagarles por hacer cualquier cosa; suelen dar malos resultados (la gente hace las cosas peor cuando le pagan por hacer lo que debe hacer), y convierte a los estudiantes en mercenarios. No menciona el caso de los padres que pro9meten regalos de bicicletas por aprobar el curso, pero me parece que los tiros van por ahí.
Hola. Gracias por el post.
Mi visón sobre los incentivos está directamente relacionada con el mundo comercial, pero en base a mi experiencia, estoy seguro que existe un paralelismo directo entre los incentivos «exclusivamente económicos» para fueras de ventas y los puntos que arriba mencionas.
Los he visto en incontables ocasiones a lo largo de mi carrera (perversidad oculta, falta de ética «hay que desacerse de un stock obsoleto», cierta coacción, etc……además, en la mayoría de los casos, están mla calculados y peor vendidos, pero esto ya es otra cosa.
Gracias y disculpa se mi comentario difiere en exceso del espíritu del post.