Sobre las palabras y la responsabilidad social

Cuando leo a Josep M. Lozano y veo que dice que está de acuerdo conmigo, respiro más tranquilo: ya se ve que no he dicho una tontería demasiado grande. En «Parole, parole, parole,…» (aquí, en su blog) vuelve sobre un tema que hemos tocado repetidas veces tanto él como Antonio Vives y yo mismo (aquí y aquí, por ejemplo), y otros, claro: ¿de qué hablamos cuando hablamos de la responsabilidad social de las empresas? Josep María discute más el tema lingüístico: ¿hemos de cambiar las palabras? ¿Está obsoleto el término responsabilidad social de la empresa, o corporativa, o lo que sea? Aquí solo comentaré algunas ideas suyas.

Una: la discusión la podemos ver como un problema, o como un hecho positivo: la RSE ha entrado, de alguna manera, en el mundo de la dirección de empresas. Good news!

Otra: hay un cierto abuso en el uso de la expresión. Todo es socialmente responsable, o debería serlo. A mí, ese abuso no me parece mal si, de hecho, conseguimos que los directivos actúen siempre y en todo de manera responsable. Porque, ya lo he dicho muchas veces, para mí, la gestión socialmente responsable de una empresa no es otra cosa que la buena gestión de una empresa.

Y tercera: Josep María dice que no se resiste ya a la ambigüedad semántica del término, y que la acepta, porque «de lo que se trata es de trabajar sobre procesos«. Estoy de acuerdo con él: sigamos trabajando, que a algún sitio llegaremos.

Pero no puedo ocultar un miedo latente, que es el que aflora en los artículos del blog que cito más arriba. Cuando hace ya muuuuuchos años empecé a trabajar a fondo en temas de ética de la empresa, y alguien me decía que no había acuerdo en lo que ese término significaba, yo le contestaba que era igual: lo importante era que los directivos se planteasen que tenían que ser éticos. Ahora, al cabo de algunas décadas, he cambiado un poco mi actitud, porque continúa la variedad, la confusión, sobre lo que es la ética de la empresa, y los directivos no pueden ocultar su perplejidad. ¿No podríamos, me pregunto, evitar que algo así nos ocurra con la responsabilidad social?  Josep María espera que, si consolidamos de verdad la agenda práctica que queremos impulsar, el mismo proceso quizás dará respuesta a nuestra inquietud. ¡Ojalá sea así!