Liderazgo en la guerra… y en la empresa

Leí una vez, y no me acuerdo dónde lo leí, que las razones para hacer una guerra cambian con el primer cañonazo: lo que hasta ayer se veía claro, ahora deja de serlo; las motivaciones han cambiado.

Y leí otra vez, y tampoco me acuerdo dónde lo leí, que la gente tiene una enorme ignorancia sobre la realidad moral de una guerra, entre otras razones porque los argumentos al respecto son manipulados por los políticos o los medios de comunicación.

Y leí otra vez, y tampoco me acuerdo de dónde lo leí, que la diferencia entre las unidades de combate que llevan a cabo crímenes de guerra y las que no los hacen es el liderazgo de sus jefes. Si enseñan a los soldados a hacer lo que es justo, mantienen su compostura y lideran con el ejemplo, sus tropas, ¡qué casualidad!, se comportan bien, a pesar de las frustraciones y tentaciones de la batalla.

Como es lógico en una escuela de dirección, me gusta traducir lo que leo a los destinatarios de mis clases y de mis trabajos de investigación, que son los empresarios y directivos. Lo del primer cañonazo lo interpreto como diciendo que, cuando quieres llevar a cabo una acción sobre tu mercado o tus competidores, revises tus motivaciones, que no siempre serán tan limpias como pensabas.

Lo de la ignorancia de la gente sobre las dimensiones morales de la guerra me parece que puede relacionarse con la dificultad que tienen los observadores externos para juzgar la moralidad de las decisiones de la empresa. Esto tiene muchas lecturas, pero aquí me interesa, sobre todo, una: la responsabilidad de tus decisiones es tuya; no puedes descargarla en otros; debes escucharles (también a los medios de comunicación), pero no necesariamente debes hacerles caso. Y, en todo caso, debes estar dispuesto a dar las razones que te llevaron a actuar como lo hiciste. Y si no te atreves a darlas, mejor no tomes esas decisiones.

Y lo del liderazgo, pues… claro. Hay que enseñar a los empleados, proveedores, clientes, inversores, etc. que hay que hacer las cosas bien, hay que darles buen ejemplo, y hay que esperar que ellos estén a la altura. Que, sí tú has sido un buen líder, lo estarán.