«¿Podemos volver a crecer?» es el título de mi artículo hoy, en El Periódico (aquí). El lector ya conoce mis tesis:
- No podemos esperar una recuperación de la demanda (consumo, inversión, gasto del gobierno) a corto plazo (excepto las exportaciones).
- Europa no nos ayudará. Nos ayuda ya de muchas maneras, sobre todo con la abundancia de liquidez para nuestros bancos e, indirectamente, para nuestros gobiernos (aunque el dinero no llega a nuestras empresas). Perono volcará sus ayudas sobre nosotros.
- Por tanto, «la recuperación de nuestras economías depende de nosotros. Es la hora de las reformas«.
- Una reforma estructural es algo que cambia las «reglas del juego»: no simplemente si compro más de esto y menos de lo otro, sino si cambia la estructura de mi gasto, mi ahorro y mis decisiones de inversión. Por eso las reformas son revolucionarias. Y necesarias.
- «Las reformas no sirven para recuperar el crecimiento cuando el país está en recesión». No se hacen para eso.
- Pero sí crean expectativas de que algo puede ser mejor, más barato o más fácil en el futuro.
- Y concluyo diciendo que, «al final, hace falta acierto, acompañado de capacidad de rectificar los errores, perseverancia, la colaboración de todos (…)… y, por qué no, suerte«.
Pienso que también adoptar profundas reformas impacta en el hecho de someterse a una transición necesaria de un modelo que ya mantiene exhausta a una economía para darle paso en el futuro a uno que haga recuperar la productividad y competitividad de las compañías en los mercados. Sobre todo para darle cabida a las que son de origen reciente.
Estoy de acuerdo en que debemos cambiar de modelo, para ello son necesarias reformas profundas y que tienden a reducir el nivel de bienestar social en el que hemos vivido estos últimos años.Debemos adaptar nuestro modelo social a nuestra realidad productiva.
A pesar de ello, me pregunto por que seguimos admitiendo estos niveles de corrupción y de fraude fiscal antes de emprender ningún cambio que siga aumentando las desigualdades sociales?
Estimado Dr. Argandoña, el artículo me ha llevado a mi época universitaria y a sus «expectativas razonables». EStoy en acuerdo con el análisis de la situación del artículo, pero su final sobre el gasto público me parece «ideológico». ¿Por qué motivo no pasamos los impuestos a las rentas de capital y a la inversión no productiva a tipos del 30% como en Europa? ¿Por qué motivo las compras de vienes de lujo o 3as y 4as residencias no estan gravadas al 33%? y estas son solo dos medidas. El gasto público por habitante en España no es elevado, y los que disponen de los medios financieros con posibilidades de sacarnos del atolladero, sencillamente y en relación a lo que tienen: no tributan.