Estos días la prensa internacional anda revuelta con lo que pasa en España. ¿Se niega Rajoy a cumplir los objetivos del déficit que le señala la UE? ¿Es que no hemos aprendido de lo que pasa en Grecia? ¿Nos hemos convertido en malos alumnos? No voy a entrar aquí en ese debate. Solo quiero hacer algunos comentarios «laterales».
Me parece lógico que los que escriben habitualmente en la prensa aprovechen la ocasión para especular con los fallos de España. Debe ser muy duro tener que escribir cada día o cada pocos días un artículo sobre la situación macroeconómica de Europa. ¡Oh, qué maravilla!, dirán, ¡hoy tengo oportunidad de decir algo que suene duro, contra uno de esos países típicamente incumplidores! ¡Aprovechemos la ocasión!, dirán. Esto, en cuanto al tema.
Y en cuanto al enfoque: ¿qué causará más impacto, un artículo señalando a España como un país en quiebra, que se niega a cumplir con sus deberes, mentiroso, vago, incumplidor y que está jugando con fuego, o un artículo ponderado, señalando los aspectos positivos de la política económica del país y la situación real de sus empresas?
Recuerdo un artículo que publicamos en los Comentarios de Coyuntura del IESE cuando la burbuja de las dot.com estaba en pleno auge, titulado «¿Dónde estará usted el día en que caiga la bolsa?». Tuvo un gran éxito, claro. Si el título hubiese sido «Algunos argumentos racionales que justifican una posible expectativa de corrección en el mercado de valores», nadie lo habría leído, claro. Y la bolsa cayó pocas semanas después. Claro que no la hicimos caer nosotros. En cambio, esos artículos de los economistas-periodistas sí que causan impacto en los mercados de capitales.
Moraleja: agradezcamos a los críticos sus críticas, pero seamos conscientes de dónde estamos y a dónde vamos. La economía no es una carrera de karts, en que hay que rectificar el rumbo cada cinco metros, sino el movimiento de un gran navío, en que lo importante es el rumbo global -siempre que no se encuentre con un arrecife, claro.
Lamentablemente existe mucha prensa irresponsable y que de cierto modo alcanza a influir y distorsionar la real situación de los mercados en una economía. Aquí importa mucho es la calidad de la información y que también las fuentes sean confiables, para apoyar de una manera sólida las decisiones de inversión.