Sigo en Santiago de Chile. Hoy he dado otra clase a los estudiantes de la Pontificia Universidad Católica, sobre ‘El bien común de la empresa y la teoría de la organización’. Después de mi presentación hemos tenido un diálogo interesante, del que entresaco algunas ideas:
- Las empresas son, o pueden ser, un formidable instrumento para la formación ética de las personas y la adquisición de virtudes, en un entorno en que la familia, la escuela y la sociedad no están teniendo demasiado éxito como formadoras.
- Las empresas pueden hacer mucho por los que no tienen acceso al mercado, por ejemplo por falta de formación. Esto no significa que les puedan pagar salarios altos, pero he recordado también que hay otras muchas maneras de ‘pagar’ a los empleados, por ejemplo con formación, oportunidades de carrera, desarrollo de capacidades, etc.
- Ha salido una vez más la importancia de la ‘narrativa’, de explicar a las personas qué es y cómo funciona una empresa con ejemplos concretos, algo necesario en un centro en el que la formación se da, a menudo, en términos abstractos, de modelos, mientras que la empresa se debe conocer desde dentro.
- Y hemos recordado que la empresa, junto con su poder formador y conformador, puede ser también una destructora de la moral de las personas.