Me parece que ya he escrito otras veces sobre la virtud de la frugalidad, que es muy importante:
- Para la formación de la persona (y de la familia, sobre todo de los hijos, y para el ejemplo a otros muchos).
- Para la eficiencia económica, lo que no es una tontería, en una época de crisis. ¿De verdad piensa usted que lo importante es producir? Entonces, dediquemos todos nuestros recursos a producir y luego quememos o destruyamos lo que hemos producido. ¿Que no es eso? ¡Claro! ¿Lo importante es el producto o la persona?
- Para resolver los problemas de otras personas -o sea, por solidaridad. Con la ropa que tiramos podrían vestirse otros, y con la comida que tiramos podrían comer muchos. ¿Otra vez el argumento económico en favor del desperdicio? Pues muy fácil: que los que pueden permitirse un gasto mayor apadrinen a un pobre. ¿Argumentos sanitarios? Durante siglos, los hijos pequeños se han puesto la ropa vieja de los mayores, y los padres se han comido la comida que dejaban los hijos. No exageremos.
- Y, además, mejoraría el medio ambiente. Compromiso RSE da cuenta de un estudio (aquí) de la Universidad de Edimburgo, que explica que verter cada día los restos del desayuno de los ciudadanos del Reino Unido genera cada año una huella de carbono equivalente a 100.000 toneladas de CO2, equivalente a las emisiones de 20.000 coches. Claro que no hay que pasarse: la noticia sigue diciendo que sería muy bueno reducir el consumo de carne, por su impacto medioambiental. Claro, y si no comiésemos, todavía sería menor el impacto. Pero somos humanos, lo siento, y necesitamos comer, y una dieta variada, con su correspondiente cantidad de carne, y de pescado, y de huevos, y de todo lo demás. Toda visión unilateral, como reducir la alimentación a un problema de contaminación, es un error.
Pero, en todo caso, los argumentos en favor de la frugalidad siguen ahí.