Supuestos y objetivos

La entrada que acabo de publicar, sobre Grecia y el euro (aquí), me lleva a un comentario adicional, que quizás merecería un desarrollo más amplio, que algún día tendría que hacer, pero no ahora.

La ciencia económica sabe sacar conclusiones y hacer predicciones condicionales, del tipo «si pasa A, entonces pasará B». Por ejemplo, «si Grecia sale del euro», pasará esto, y lo otro, y lo de más allá. Pero estas afirmaciones están siempre condicionadas a los supuestos de partida. Por ejemplo: si Grecia sale del euro «y deja de pagar sus deudas», o si sale del euro «y el Banco Central Europeo no interviene para evitar la excesiva depreciación de la dracma»,… Lo que ocurre es que poner todos los supuestos sería demasiado complicado. Por eso simplificamos, y damos por supuestas muchas cosas. Pero, claro, las conclusiones a las que lleguemos dependerán de esos supuestos. Por tanto, dos expertos perfectamente cualificados llegarán a conclusiones distintas si sus supuestos son distintos. Esto es muy difícil de explicar en un artículo en la prensa, pero es muy importante para entender por qué no se ponen de acuerdo.

Y aun hay más. Cuando los economistas decimos que «lo que tendría que hacer el Banco Central Europeo es esto o lo otro», es decir, cuando damos recomendaciones o formulamos propuestas normativas, estamos pensando en determinados resultados, que consideramos deseables. «Lo que tendría que hacer el BCE» para acabar ahora mismo con la confusión que se da en los mercados, o para permitir la rápida refinanciación de la banca española, o para tranquilizar a la señora Merkel y a sus ciudadanos, o… Y, claro, distintos objetivos llevarán a distintas recomendaciones.

Moraleja: cuando al lector le digan que «tal cosa va a suceder», pregunte lo que se da por supuesto. Y si se trata de «lo que tendría que hacer», pregunte qué es lo que está deseando conseguir.