El Comisario Almunia dijo ayer que sería una buena idea cerrar alguno de los bancos que recibirán el «rescate«, y el gobierno español se ha apresurado a desmentirlo. Los dos tienen razón.
El gobierno debe desmentirlo, porque el cierre de un banco por sus pérdidas supondría que alguien perdería todo o parte de su dinero. Miquel Puig explica en Ara quién sería ese «alguien» («Qui paga la factura?», aquí, en catalán y para suscriptores). Los primeros que perderían serían los accionistas (de hecho, ya han perdido su capital, que, por cierto, en los bancos procedentes de cajas es, en buena medida, el de la propia caja). Luego, los tenedores de préstamos subordinados de las cajas (tanto si alegan que les engañaron como si no). Luego, otros acreedores. Los que menos sufrirían serían los que suscribieron cédulas hipotecarias, que son, sobre todo, esos famosos «mercados» que proporcionaron el dinero para financiar nuestras hipotecas. Los depositantes, por fin, estarían protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta el límite de 100.000 euros por cuenta.
El gobierno tiene que desmentir que algunos de esos acreedores puedan perder su dinero, porque sigue necesitando que aporten fondos para cubrir nuestra deuda pública y para proporcionar liquidez a nuestros bancos, si queremos que el crédito vuelva a fluir. Lo que teme el gobierno es el bloqueo de esa financiación, que supondría tener que acudir a un segundo «rescate», esta vez para la deuda soberana. Tiene lógica, pues, el desmentido.
Pero también tiene razón el Comisario de Competencia. Los que aportaron esos fondos a nuestras cajas en años pasados sabían, o debían saber, que estaban poniendo su dinero en un negocio muy rentable pero arriesgado. Por tanto, es lógico que sufran al menos parte del coste de ese riesgo. Porque la alternativa es que lo sufran los ciudadanos españoles, que, en este asunto, no somos inocentes ni mucho menos, pero que tenemos derecho a compartir los costes con los otros, digamos, «interesados» en el «negocio».
Lo que pasa es que, si se destapa la caja de los truenos de que los acreedores de los bancos pierdan parte de su dinero, esto se puede convertir en una guerra. Si los bancos españoles pueden quebrar, ¿por qué no los griegos, irlandeses, portugueses, italianos,… franceses, belgas,… alemanes? Si los acreedores de los bancos van a perder parte de su dinero, ¿por qué no los de los países? (los de Grecia ya han empezado a sufrirlo). Y así sucesivamente. Y el dinero que, dicen, es miedoso, desparecería de nuestro entorno.
Me parece que el mundo financiero no está suficientemente «maduro» para estos sustos. Sospecho que buena parte del nerviosismo de los mercados ahora, después del anuncio del «rescate» de los bancos españoles, se debe a que, si ese «rescate» no es suficiente (y no tendremos garantía de que sa suficiente hasta dentro de unos años, cuando todo acabe), los próximos pasos nos meterán en esa guerra que los mercados, y los gobiernos, y la Unión Europea, tememos.
Profesor Argandoña.
Solo añadiria, si me permite, que los depositantes también asumieron un riesgo a sabiendas o no…
Aunque muchos si lo sabian, pero se hicieron los locos interesadamente: si los tipos interbancarios estan cerca del 2% a un año, cuando te ofrecen un deposito al 5% algo de riesgo tendrá…
Probablemente, aunque no sea condición necesaria, si que ha contribuido a la situación de las cajas y bancos esta guerra por el pasivo (a base de incurrir en margenes financieros negativos).
Los bancos con una cuenta de resultados más «comisionista» lo han sufrido menos, pero el resto… hoy vemos el resultado.
Esta situación insostenible también ayudó a que las DGs impulsaran e incentivaran la venta de productos de riesgo a los ciudadanos (preferentes, convertibles y otros); claro que sin nombrar la palabra «riesgo» y apelando a la confianza en la entidad.
Y cada vez el circulo se hace más vicioso…