No des consejos a un gobierno que no te los pide

Gracias por el consejo. Desde luego, nadie me lo ha pedido. Pero no lo voy a seguir. Voy a dar un consejo a nuestro gobierno, con la seguridad, eso sí, de que no me hará caso (y quizás haga bien en no hacerme caso).

Una aclaración previa: este gobierno ha hecho muchas cosas bien, otras mal y otras regular, como cualquier gobierno. Pero hay dos cosas en que, me parece, no ha hecho bien.

Una: tener un plan. Quizás lo tiene, pero, desde luego, no lo ha dado a conocer. Al menos, debería tener la apariencia de un plan, porque, como decía Groucho Marx, la honradez es absolutamente necesaria, de modo que, si consigues fingirla, ya lo has conseguido (no es literal, claro, pero la idea sí lo es). O sea que, si no tiene un plan, que lo finja. No es tan difícil: cualquier macroeconomista con tres años de experiencia puede escribir un plan con algo de cara y ojos. Vamos, que no es tan difícil.

Por un plan quiero decir un listado de objetivos, de diverso nivel, con sus prioridades, un conjunto de políticas y acciones, y un calendario. Objetivos como reducir el déficit público a medio plazo (no inmediatamente: pero esto no lo entenderá nadie si no le presentas un plan a medio plazo), facilitar la creación de empleo, mantener la competitividad de las empresas que exportan (y las que compiten con los importadores), devolver la estabilidad al sector financiero,… Habrá, claro, objetivos más remotos, como la reforma de las universidades, el fomento de la investigación o la revisión del sistema de pensiones, pero no son urgentes, de modo que ya los discutiremos más adelante. Prioridades: que ningúna español se muera de hambre (cosa muy distinta a que mantengamos los ingresos de los mineros o de los del sector de la cultura, que no son prioritarios), que se vuelva a crear empleo, que se conjure la amenaza de quiebra sistémica de nuestros bancos,…

Luego, claro, hay que ir sacando las medidas. Esto lo hace ya el gobierno: cada viernes nos da un nuevo baño de decisiones. Pero, claro, sin plan suenan a algo tomado al azar, como si fuesen respuestas improvisadas a la última subida de la prima de riesgo. La ventaja del plan es que permite poner orden: «como ya dijimos, una vez resuelto el problema del déficit público (cosa que ya hicimos en tal y cual fecha) y de la estabilidad de los bancos (véanse nuestras decisiones de tal y cual dúia), ahora hay que poner énfasis en la reforma de la Administración pública, para lo cual vamos a hacer lo siguiente,… que además contribuirá a resolver el problema del déficit así, la reducción de los costes de las empresas asá y la flexibilidad del mercado de trabajo de esa otra manera,…». A los ciudadanos esto no nos gustará, claro; seguiremos manifestándonos y protestando, sobre todo los sindicatos, pero poco a poco nos iremos convenciendo de que en todo esto hay una lógica, que nos parecerá buena o no, pero que es una lógica y, nos guste o no, nos tendremos que acomodar a ella, porque, ustedes perdonen, esa lógica acabará en el Boletín Oficial del Estado. De modo que es más fácil que nos pongamos a trabajar porque, si hay un plan y una lógica, ya sabemos a dónde nos quieren llevar, nos guste o no.

«Pero, me dice el lector, el tema del déficit no está resuelto, ni el de los bancos, ni tantos otros». Sí, claro. Pero esto pasa siempre: ningún tratamiento complejo es definitivo desde el primer día. De modo que siempre hay que estar dispuesto a reconocer que nos equivocamos, o que no nos equivocamos pero han aparecido nuevos problemas, o que hace falta dar un nuevo paso,… Si hay un plan, o sea, unos objetivos, unas prioridades y unas acciones, las rectificaciones, aunque sean sangrantes, serán mejor recibidas que si lo único que perciben los ciudadanos es una sucesión de medidas aparentemente desconectadas.

Y hay otra cosa que me parece que el gobierno no ha hecho bien: comunicar. Ya lo he dicho otras veces. Hace muchos años me dieron un consejo, útil para los exámenes orales: no des por supuesto que el profesor está siempre atento y te sigue, de modo que tienes que explicar las cosas una y otra vez. «Empezaré por la definición, explicaré luego los desarrollos históricos, continuaré con una clasificación y acabaré con las recomendaciones,…» Y luego, «una vez explicada la definición, seguiré, como ya dije, con los aspectos históricos,…» Y más adelante: «una vez analizada la definición y el contenido histórico del problema…». Por muy dormido que esté el profesor, acabaré reconociendo que has hablado de todo esto… aunque él no se enteró.

Pues así hay que actuar ante un problema tan gordo como el que tenemos en nuestro país. Hay que explicar el plan (verdadero o fingido), una vez y otra; por activa y por pasiva; todas las declaraciones de los gobernantes tienen que estar referenciadas el plan; hay que explicar una vez y otra la coherencia de las medidas (aunque no la tengan), hay que poner las cosas en su perspectiva temporal,… Y hay que tener claros los argumentos contrarios, para rebatirlos, si es posible antes y si no, después,… 

Claro que todo esto exige otras condiciones. Unidad en el gobierno. Que cada uno sepa cuál es su parte en el plan, y se aplique a cumplirla. Sin protagonismos. Dando la cara (¡oh, qué importante es esto!). Explicando las cosas a los españoles. Y a los extranjeros. Pero no con dos discursos distintos, uno para ganar popularidad en casa y otro para convencer a los mercados: esta esquizofrenia se paga muy cara.

«No has resuelto muchos problemas, Antonio», me dice el lector. Ya lo sé. Otro día continuaremos. Pero, en todo caso, no se preocupe el lector, que es muy poco probable que en La Moncloa me lean, y menos aún que me hagan caso.

5 thoughts on “No des consejos a un gobierno que no te los pide

  1. Si no escuchan ni hacen caso a los consejos de sabios como el Profesor Argandoña sólo demostrarán que son sordos, necios o las dos cosas a la vez.

    Por cierto, viendo al Ministro De Guindos hace unos días en IESE, me pareció que estaba jugando muy muy a corto plazo y con un sólo objetivo en el punto de mira: LA FINANCIACIÓN de la DEUDA (con la reducción del déficit y la reestructuración del sistema financiero como únicas metas).

    En general, la sensación es que el plan sólo llega hasta el horizonte de la supervivencia. Sólo estamos pensando en curar al enfermo en estado grave, pero no nos hemos planteado qué hará cuando salga del hospital…

  2. Tenía yo un jefe que decía «yo contrato actores no ingenieros»… y no le iba mal… al menos sabíamos fingir que sabiamos…

  3. Pues es una pena que no lean tu diagnostico pues lo encuentro muy acertado.
    La imagen que da el gobierno es de improvisación, desiciones tomadas por reacción a los mercados, falta de unidad y coordinación entre sus miembros, las comunidades por libre, no llamar a las cosas por su nombre, doble lenguaje, etc. Y se extrañan de que no hay quien le preste dinero?

  4. Este Gobierno parece ser que tenía un PLAN, pero el problema es que ahora tiene OTRO PLAN que justo es hacer lo contrario de lo que prometió. ¿Cómo explica un aumento del IRPF a los autónomos españoles como el que pide?. Lo que dijo no es lo que hace pero lo peor es que no acomete el cambio estructural (de Estado y de Justicia) que TODOS esperamos. No sabemos a quién escucha o con quién se comunica mejor pero los Decretazos nunca son buenos para nadie!

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