Otra vez. Ahora, a propósito de un corto de Luigi Zingales, de la Universidad de Chicago, que me remite un buen amigo (aquí, en inglés). Zingales, que es un forofo de la importancia de la ética en la empresa, señala que los comportamientos inmorales (de los que cita unos cuantos casos, al comienzo de su artículo) no son solo unas cuantas manzanas podridas, sino un cesto lleno. Y cuando aparecen en la alta dirección de las empresas, es que la cultura huele mal.
Zingales hace notar que hay escuelas de dirección en las que se dan cursos de ética, pero como si se ofreciesen distintos modelos de teléfono móvil para comprar: aquí hay un dilema, ¿qué haría usted? Y señala que, en esos casos, el profesor omite un deber importante: debe decir claramente qué conductas son admisibles y cuáles no, y por qué.
Y otras escuelas esconden la ética, dice, detrás del concepto de responsabilidad social corporativa, como si fuese un problema «de las empresas», no de las personas. Y las empresas, recuerda Zingales, son comunidades de personas.
Zingales recuerda también la propensión de los economistas a separar la economía de la moralidad, como si esta no tuviese nada que decir sobre aquella. Y trae a colación la tesis de Milton Friedman de que las empresas deben maximizar beneficios, pero siempre dentro de las reglas del juego, es decir, en competencia abierta y sin fraude o engaño. Y recuerda que hacer lobby para conseguir una ventaja competitiva del gobierno no es «competencia libre y abierta», y que aprovecharse de las limitaciones cognitivas del cliente es engaño, o incluso fraude descarado.
Me parece que lo que falta en las escuelas de dirección no es tanto un curso de ética, que casi todas tienen ya, sino una discusión abierta y clara sobre qué es una empresa, para qué existe, qué espera la sociedad de ella, qué quiere decir dirigir una empresa, cómo hay que hacerla,…
Da gusto leer cosas sensatas entre tanta incongruencia mediática, política y filosófica: gracias Antonio por tu reflexión.
Me parece además que ese razonamiento debería ampliarse a las Universidades (donde se imparten clases de Administración de empresas) y a los colegios e institutos. La educación en general parece estar centrada en enseñar a hacer las cosas, pero no enseñan ¿para qué?
Sin eso (la ética), todo lo demás, la técnica y la estética no sirven para nada.
Muy oportunas reflexiones.
De ella deduzco algo que hace mucho tiempo llevo pensando y es que una empresa que no hace uso de ventajas competitivas ( vamos a llamarlo así) que no se aprovecha del cliente y que no engaña en su propuesta de mercado, que trata de ser honesta en todas sus facetas y que aún con todo consigue beneficios…. es sin duda la mejor empresa del mercado. Ya si añadimos que nadie le ha dado ayudas y subbenciones, es la pera limonera. El lado oscuro es que hoy día una empresa como esta, no crece como otras ,no es una empresa de éxito, nadie da un duro por ella, llegando al extremos de ser una empresa «tonta» también vamos a llamarla así.
Esa reflexión sobre la empresa sin duda es urgente
Siempre acertado, ! Felicidades Profesor !
¡Felicidades Antonio!. Como siempre tan claro y pedagógico.
La ética es cuestión de las personas. Son las personas las que se tienen que plantear qué es la ética y cuáles son sus criterios éticos.
La discusión, como dices es qué es la empresa, cuáles son sus fines, etc. Cuando consideramos, como así lo creo, que la empresa es una comunidad de personas, las cosas cambian más de lo que parece. Los objetivos, estrategias, políticas, etc, dependen de qué se entienda qué es una empresa.
He descubierto al Prof. Juan Antonio Pérez López demasiado tarde!! (Seguramente seria una experiencia unica.. de las que «dejan huella», compartir una sesión con él). No obstante, encuentro muy recomendable revisar sus pensamientos y razonamientos y sobre todo, compartirlos y transmitirlos. Son un muy buen ejemplo de rectitud, compromiso, resposanbilidad, etc.
Y ante todo, entre TODOS desterrar aquel (espero que ya viejo) aforismo que las escuelas de negocio estrechan la mente, endurecen el corazón y empequeñecen el alma.
No se si la discusión debe ser ¿Qué es una empresa? Creo que los cimientos de ésta empresa son los «valores» del emprendedor. Si la conducta de éste y sus colaboradores es la correcta, solo se necesita una «dosis de recuerdo» periódica para no traspasar la «linea roja». Lo malo es cuando los cimientos estan mal. Las Escuelas de negocio no haran milagros!
Uno no debe olvidar que su/nuestra primera empresa es la familia, al menos, yo que que no soy empresario, así lo pienso – y de acuerdo con el 51% del capital restante, o sea mi mujer-.
Pero siempre, siempre hay un remedio, quizás poco utilizado (y hoy, socialmente denostado), y es aprovechar el buen talento y la buena experiencia, y las buenas vivencias de todos aquellos profesionales anonimos y comprometidos que con rigor (y tenacidad), afrontan las dificultades del día a día
Dejarse vencer, dejarse llevar….mala cosa!!
Me ha encantado el post, porque efectivamente (y lamentablemente) la imagen que tiene «la calle» del empresario es nefasta y ello incluye una ausencia total de ética dentro de las «cualidades» que se nos otorgan. (De ahí tanta postura radical y la dificultad para el diálogo)
Siempre he pensado (me educaron así) que la bondad no está reñida con nada… se puede ser un extraordinario hombre/mujer de negocios sin necesidad de mentiras, engaños, medias verdades, etc. Pero parece ser que el término «bondad» huele a «blandengue» (nada más lejos de la realidad, bajo mi opinión).
Una lástima que en esta sociedad esté más valorado «ser alguien» independientemente del método utilizado para haber llegado allí.
Rompo una lanza a favor de «la bondad» creo que al final siempre «pays-back»
Gracias, una vez más por compartir estas reflexiones.
Rafi León