Diagnósticos y soluciones

Este es el título del artículo que publico hoy en El Periódico (aquí, para suscriptores). Nada nuevo, porque de un mes a otro cambian pocas cosas, salvo el «ruido», que denuncio al principio del artículo, a saber, la sucesión de noticias confusas, contradictorias, sesgadas, que desorientan al ciudadano. Por eso pretendía hacer un resumen breve de dónde estamos, que coincide, más o menos, con lo que publiqué hace unos días en este blog («Estamos en recesión«, aquí). Aquí haré referencia solo a unas ideas sobre las soluciones

• Continuar con la reducción del déficit público. No es manía, es realismo: mientras nuestros acreedores no estén dispuestos a seguir prestándonos y a renovar nuestros créditos, todo lo demás es música celestial. Sí, ya sé que estamos cansados de tanta austeridad, pero… ¿se le ocurre otra solución, aparte de declarar la guerra a los mercados financieros, ganarles y exigir que nos perdonen la deuda?
• Perseverar en el programa de reestructuración y recapitalización de los bancos. Queda mucho por hacer. Por ejemplo, ¿alguien sabe cuál va a ser la estrategia de los bancos nacionalizados? Quiero decir, ¿qué van a hacer al día siguiente de que los fondos europeos rellenen sus agujeros de capital? ¿A quién le pedirán dinero, para qué, a quién le prestarán, cuáles van a ser sus ventajas competitivas,…? Sin contestr a preguntas de este tipo, no vamos a ver una próxima recuperación del crédito.
• Seguir moderando los costes y mejorando la competitividad. Porque hay que exportar. Y, sobre todo, porque hay que afianzar un nuevo modelo de crecimiento, que no podrá estar basado en salarios altos, impuestos elevados, costes administrativos importantes, energía cara, servicios caros,…
• Seguir reduciendo nuestro endeudamiento con el exterior, resultado de la suma de la deuda de familias, empresas, gobiernos y bancos. Por la misma razón que hay que moderar el déficit público.
• Por tanto, seguir ahondando en las reformas. Laboral, primero: una tasa de paro del 25% y un desempleo juvenil del 50% son, sencillamente, intolerables (por mucho que los justifiquemos con la economía sumergida, que aún es más intolerable). Fiscal (hay que poner orden en la maraña de impuestos que hemos creado). De la administración pública, de la educación, de las pensiones, de la investigación,…

Ya aclaro que hay más cosas. Pero acabo el artículo diciendo que «por hoy basta para ponernos a trabajar. Todos.»